martes, 24 de febrero de 2015

Bienvenido al mundo del SIDA









Don Blas Hinojales es un probo ciudadano, cumplidor en su trabajo y amantísimo padre y esposo. Don Blas ha llegado a la cuarentena tras una vida azarosa, luchando siempre para sacar a su familia adelante. Ahora regenta la portería de un inmueble de apartamentos. Don Blas está afectado por el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida, SIDA.

Luis Figuereño, "Luisillo", es toxícómano, "yonki" utilizando una expresión despectiva muy en uso, y es una de las muchísimas víctimas del SIDA que viven en un estado de pobreza absoluta. Luisillo duerme en el exterior de un portal, malamente protegido por un edredón mugroso y unos cartones. Se trata del portal en el que es portero Don Blas, al cual no le gusta ni un pelo tener yonkis en sus dominios.
- Es la última vez que te lo digo, que te le levantes y te vayas, coño!
Luisillo parece un muerto, no contesta, no asoma la cabeza.
Don Blas está decidido a levantarle a patadas, pero se le ocurre otra idea "mejor": Enchufa la manguera al grifo, aparta los cartones que protegen del frío al paria, tira del edredón hasta hacer asomar medio cuerpo del durmiente... y proyecta un chorro potente de agua fría contra el cuerpecillo famélico y sidoso de su "enemigo"
Varias personas que transitan en ese momento frente al portal le afean su conducta. Luisillo se incorpora asustado y grita:
- Eres un hijo de puta!... Te juro por mis muertos que te voy a buscar la ruina!

Don Blas juega al mus con su cuadrilla de amigos en el bar "Mi gata Bimba" Luisillo entra sigilosamente en el establecimiento y se acerca al portero por la espalda. Antes de que alguien lo pueda evitar, le clava una jeringuilla en el cuello. El toxicómano abandona el local sin ser interceptado por ninguno de clientes. Unos se han quedado boquiabiertos y otros no se atreven a tocar a un yonki.
Don Blas está afectado por el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida, el SIDA, y ahora hay algunos vecinos que le miran mal, incluso hablan de convocar una reunión para echarle.

5 comentarios:

  1. Por cabron, no hay enemigo pequeño

    ResponderEliminar
  2. Vaya maneras de tratar a las personas, ahora sabrá como se sentía Luisillo.

    ResponderEliminar
  3. Efectivamente, Enriqueta, de aquí se puede extraer una buena moraleja.

    ResponderEliminar
  4. Como dice Jesús, no hay enemigo pequeño, no sabemos quién nos puede dar una lección.

    ResponderEliminar