miércoles, 11 de diciembre de 2013

El gorrito de Papa Noel


 

Estaba totalmente desnuda, tal y como su madre la trajo al mundo, pero con más curvas y vello, además de algunos tatuajes, no en vano había cumplido ya 32 abriles, y otro detalle: un gorrito de Papa Noel cubría su cabeza. Así se promocionaba ella en el oscuro mercado sexual bajo el cielo de la city. Era una de las prostitutas que ejercían su oficio en aquel parque durante la noche.
No se apreciaron signos de violencia hasta que el inspector Churriguera le quitó el gorrito.
- Aquí está la respuesta - Dijo mirando a su ayudante López - ha sido golpeada con algún martillo, piedra... vete tú a saber! ( A Churriguera le sonaba muy novelera la expression "objeto contundente" )
- Y se han molestado en ponerle otra vez el gorrito?
- Hay gente con un macabro sentido del humor.

Emerancio era católico practicante. Le confesó a Agustín ( nadie llamaba ya "padre" a los curas jóvenes ) que había matado a una prostituta en el Parque de Oriente. Pensó que con decir eso ya se había ganado la absolución, pero Agustín le exigió que le explicase el motivo y le diese detalles. Al final terminó confesando con más autenticidad.
- Se rió de mi cuando me vio el pene porque lo tengo muy pequeño. Yo no quería matarla, sólo asustarla, pero se me fue la mano con la piedra. - Lo dijo hecho un mar de lágrimas - Estaba bebido, Agustín, yo no soy un asesino!... Me dio tanta pena al ver la cabeza aplastada, que la volví a poner el gorrito de Papa Noel. Se lo había quitado al principio para mostrarme su hermosa melena negra.
Agustín no era un cura convencional y, según su particular código ético, ante algo tan sumamente grave el sacramento de la confesión dejaba de ser "sagrado", así que se lo contó a la policía.

Emerancio se asustó mucho al recibir la visita policial, pero no quiso soltar prenda porque no tenían pruebas para incriminarle, había arrojado la piedra a un estanque muy profundo y a la chica no llegó a tocarla.
Al inspector Churriguera le dio un poco de asco aquel imbécil. Le miró con una sonrisa cruel antes de hablarle.
- Hemos encontrado sus huellas dactilares en el gorrito de Papa Noel.
Emerancio enmudeció durante un rato. Finalmente preguntó:
- Cómo han llegado ustedes hasta mi?
Churriguera mudó su sonrisa cruel en una sonrisa sarcástica, osea: lo mismo de cruel.
- Ah, amigo, los caminos del Señor son inescrutables!

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