sábado, 25 de mayo de 2013

El enano con el cipote más largo que jamás se vio en el mundo.




Este episodio, que habla de las vidas de unos monstruos de feria, es la continuación del episodio anterior, el titulado "El más asombroso fenómeno"
Y empiezo contándoles de Fidelio, una criatura a la que llamaban medio hombre, retaco, mal parido, cagolita y otros remoquetes hirientes que decíanle para humillarle por su condición de enano, de lo cual no era el él culpable, sino sus padres, por algún pecado que cometieron antes de procrearlo, que muy doctamente lo explicaban así los señores canónigos.
Fidelio no era exhibido en una barraca de feria por su enanismo, que entonces habíalos muchos de semejante pequeñez, como habíalos jorobados, tuertos, tartajas o tiñosos, sino por el portentoso miembro que albergaba su menudo cuerpo, un fermoso nabo de tal colosal largura que causaba el asombro de todos los humanos, bien fuesen clérigos, nobles o plebeyos. La Santa Inquisición había consentido con tales exhibiciones siempre que el enano no fornicase y mucho menos que se diese al pecado nefando, pues tal pecado era de prohibición rigurosa por abominable, pues abominable era que la verga enderezada de un hombre entrase por el culo de otro o que se entregasen dos o más hombres a chuparse sus vergas o a hacer otras marranerías que ofenden a la Santísima Virgen Nuestra Señora y a Dios nuestro Señor. Y permitíase tan solo que el enano se agitase su pirulona delante del público para ponérsela morcillona y que se viese el respetable cuan larga y gruesa era ella.
"Ca, a fe que mide casi tres palmos, y eso que no está empalmada!", opinaban los maravillados espectadores.
Y Fidelio solía guiñar el ojo a algunas mozas del público, las cuales se ponían muy coloradas o salían corriendo de la barraca. Sólo las peliforras osaban meterse con él, y hubo una, la más descarada, que en un descuido de Fidelio agarrole de la polla y tiró de ella con fuerza, causando las risas del chusmerío y sus chiquillos.
El pobre Fidelio sólo podía consolarse con la masturbación, pues no se le permitía fornicar mientras no contrajese sagrado matrimonio, cosa que jamás toleraría el dueño de la barraca, un mostachudo y cejijunto esclavista gaditano de nombre Ambrosio, el cual era dueño de Fidelio, pues se lo había comprado a un navegante argelino que mercaba con carne humana.
"Te harás de oro con este portento", díjole el mercader, "que la gente paga para ver lo que envidia" ( Aún habrían de pasar muchos años para que los propios fenómenos asombrosos se enriqueciesen como sus contratadores: Leo Messi, Michael Jackson, Lady Gaga, Justin Biever, José María Aznar... )

El mísero Fidelio llevaba unas noches inquieto en la soledad de su barraca. De la barraca más próxima le llegaban los sollozos de otro prisionero, en este caso prisionera, pues en tal barraca se exhibía y habitaba la mujer barbuda, cuyos pedos sonaban a música. El había escuchado muchas veces a su dueño anunciar el portento. Por qué sufría tanto esta mujer?... Por qué lloraba por las noches?... Sin duda estaba encadenada como él, pero el dolor de ella debía ser mayor, pues ni una sola noche dejaba de llorar.
Fidelio tuvo hermosos sueños en los que se veía rescatando a la mujer que lloraba en la barraca contigua, y se la imaginaba dulce y fermosa cual princesita doncella. Oh, fútiles sueños eran estos!... y al despertar sentíase más desazonado que nunca, pues ni la mujer barbuda era una joven princesa, ni él estaba en condiciones de rescatar a nadie, ni había nacido aún la mujer que se enamorase de un enano patizambo. "Ni jamás nacerá!", díjose. Además, para qué torturarse con estos pensamientos si a él no le gustaban las mujeres! Al cipotudo hombrecillo sólo le picaba la cosa de la entrepierna cuando pensaba en hombres con toda la barba y pelambrera en pecho, macizos y fortachones, aunque en la barraca sonriese a las mozas, que eso formaba parte del espectáculo. Pero las mozas no le agradaban aunque tuviesen barba. Oh, qué triste vida la de los monstruos de feria!

Pero algo excepcional estaba a punto de ocurrir, algo que iba a cambiar la vida de Fidelio y Bernabé llevándoles por la senda de las aventuras y las locuras extremas.

Amiguitos, no os perdais el próximo episodio: "Huída a ningún lugar"

6 comentarios:

  1. ¡Ondia!, Tyrion Lannister (Juego de Tronos) y Paquirrin. Bueno, no, que al enano Lannister le van las tías y al otro, parece que también, je je je...
    Venga el próximo episodio, espero esas disparatadas aventuras.

    En la entrada anterior le he contestado. También en mi blog sobre el correo de los cojones.
    Cosa inquietante la suya, no veo manera de corregirlo sin verlo, ya que en mi nueva cuenta ahí no pasa nada, claro.

    ¡Buen finde!

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  2. Un relato de calidad, que tome nota Perez-Reverte y su insulso Alatriste

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  3. Hola!
    Pues no he visto yo eso de Juego de Tronos, aunque lo he visto anunciado en los periódicos. Ya sabe usted que no veo tele desde hace siete u ocho años.
    Ahora voy para abajo a ver que me dice.
    Happy Monday to you! ( Feliz lunes para usted )

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    Respuestas
    1. Yo tampoco veo la tele. Miro la série en el ordenata y JV me regaló los libros.
      Mi hijo también es un fan de Juego de Tronos y el otro día, viendo al director de un par de digitales valencianos que me calumnia y difama, me dijo que le dedique la canción 'Las lluvias de Castamere', ¡juas juas! Ya le explicaré de qué va, aunque tendrá que ser la letra porque tengo entendido que usted no puede escuchar en los ordenadores públicos. Lástima, porque según mi hijo, lo que vale son las voces, la manera de cantarlo. Me lo explicó imitándolo y sí, ha de ser impáctante.

      ¡Feliz martes!

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    2. Sí, debe ser una serie muy interesante porque aquí vi durante un tiempo los anuncios en las paradas de autobuses. Cualquier tiempo pasado es muy televisivo, je, je!

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  4. Buenos días, Señor Director!
    Don Pérez Reverte es un genio de la novela y yo me lo he pasado muy bien leyendo Alatriste. No le llego ni a la suela del Zapato. Es usted exageradillo, je, je!

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