lunes, 20 de mayo de 2013

Basado en miles de hechos reales




Erase una tarde soleada de Junio en un punto cualquiera de la costa levantina. El calor apretaba y las carnes débiles se dejaban llevar por la molicie. Siestas de viejos y parados, muchísimos parados por desgracia; sexo aburrido de matrimonios indisolubles; instinto básico en cuerpos de adolescentes; miles de onanistas a lo suyo; meapilas con sus tocamientos pecaminosos...
El padre Laureano Fuentemayor, sacerdote jesuita, gordito, treintañero, pecador como todos los bichos humanos religiosos, salió en pelotas al jardín de la parroquia tocándose la pirindola y sonriendo lascivamente a su amigo Iván Nayef. El efebo se bajó también el pantalón y luego el calzoncillo, mostrando una verga larga que aún apuntaba al suelo. El padre Laureano Fuentemayor, ministro de Dios, hombre oficialmente casto ante el mundo pecador, representante de una iglesia que practica la doble moral y condena a la Humanidad por joder sin tapujos, por usar el sexo "que Dios nos ha dado" lo mismo que usamos las piernas para caminar y la boca para comer, se arrodilló como si estuviese en el altar y fuese a orar al Santísimo, se arrodilló ante Iván y se llevó a la boca el miembro aún lánguido del joven.

A nadie se le ocurría estar en la calle en una tarde tan tórrida. Quién iba a ser el insensato que se acercase a husmear al jardín del cura a esas horas de solana?
La insensata fue Patricia Requejillo, una diecisieteañera aficionada a echar vistazos con la cámara de su móvil a todo aquello que la resultase novedoso, lo mismo un accidente de tráfico que... que un cura mamándosela a un chapero. Y en esta ocasión estaba avisada.

Y el padre estaba tan entretenido con su objeto de culto que a la paparazzi la dio tiempo a hacer un video y unas cuantas fotos. Iván si la vio y ambos marginales se sonrieron con complicidad. La idea había sido de Iván porque el golfillo prostituto aspiraba a unos minutos gloriosos en Internet. Y así fue. Al poco rato la escena pecaminosa y escandalizadora captaba la atención de una muchedumbre de ociosos en las redes internáuticas. Y por qué?...
Por qué sigue llamando la atención algo que ya no debería ser noticia?... La sociedad no se ha enterado todavía de que a curas, monjas y obispos les pica la cosa como al resto de los bichos humanos?... Es que da más morbo verles a ellos en plena jodienda o felación?... Pues sí, la explicación es muy simple: La sacrosanta jerarquía católica romana sigue empecinada en su paranoia de condenar ( oficialmente ) todo lo relativo a la práctica sexual fuera del matrimonio cristiano y sin otro objeto que la procreación. No al preservativo, no al adulterio, no a la homosexualidad, no al vicio solitario... Una verrdadera paranoia, un absurdo gigantesco que les impide incluso, en estos tiempos de crisis, acercarse a los desdichados que más la sufren y apoyarles moral y economicamente, pero que no les impide disfrutar de sus prebendas y del chorro de millones que les cae del gobierno todos los años para que mantengan abiertos sus colegios de curas y continúen amasando riqueza.

En el próximo video veremos posiblemente al padre Honorio Valdetorres, sacerdote salesiano, dejándose encular por un superdotado senegalés.

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