martes, 28 de mayo de 2013

Huída a ningún lugar.



El presente episodio forma parte de un relato sin título cuyos anteriores episodios titúlanse "El más asombroso fenómeno" y "El enano con el cipote más grande que jamás se vio en el mundo"

"No sé a quién habrás salido tú porque tu padre y tus abuelos la tenían bien pequeña", le dijo una vez su madre al enano Fidelio. Su madre murió pisoteada por los caballos de unos nobles que disputaban una carrera entre las callejas de la villa en la que moraban. Nuestro pequeño hombre quedose huérfano a los doce años.
Ahora, a sus veinte años, en su cautiverio, en sus largas noches de soledad encadenado, disponía de una eternidad de tiempo para repasar las tristuras de su vida. Pero esa noche iba a ser especial, muy especial, pues Fidelio no estaba encadenado y su ogro dormía una melopea.

Bernabé, el hombre al que su malvado hermano y la arpía de su esposa hacían pasar por mujer barbuda para lucrarse a su costa, sufría esta noche más que nunca por el comportamiento salvaje de unos mozalbetes que habían acudido a la barraca aquella tarde. Le dijeron "putaña pedorra nauseabunda", "vaca preñada asquerosa", "potrosa tiñosa enmierdada de mierda de brujas" y otras lindezas por el estilo, y para adornar tal conducta cortés lanzáronle piedritas, mondas de naranja y escupitajos, y el malvado Bertoldo no les llamó la atención.




Sintió que algo se movía cerca de su jergón. "Oh, no, ya están aquí las malditas ratas!" Le daban tanto asco como miedo, pues eran grises y largas cual gatos largos famélicos. Vio un bulto moverse en la oscuridad y calculó que era algo más grande que una rata. Cuando iba a incorporarse para tratar de espantar al repelente animalejo, escuchó una vocecilla:
- No temais, mujer, soy un amigo!
"Un amigo?!..." Estupefacto quedose Bernabé ante tal presencia y su forma de presentase.
- Soy Fidelio el granadino, un cautivo como vos. Mi dueño es el malvado Ambrosio de Cádiz, que me lleva de pueblo en pueblo anunciándome como fenómeno de la Naturaleza por la larga polla que Dios me ha dado.
A Bernabé le entró un cosquilleo por todo el cuerpo al oír lo de la "larga polla" Fidelio continuó explicándose:
- He podido llegar hasta aquí porque hoy Ambrosio emborrachose y olvidose de ponerme la cadena.
Ahora Bernabé podía distinguir todo el contorno físico del visitante e incluso las facciones de su rostro, y hasta le llegaba el tufillo de su aliento, que tal tufillo era de nabo y cebolla, lo que había cenado. Volvió a pensar en la "larga polla" y estremeciéronse sus carnes.





- Perdonad si os incomodo, me he colado por la trampilla que utilizan las ratas porque quería saber de vos. Por qué llorais todas las noches, buena mujer?... Tan grande es vuestro infortunio?...
Bien fuese por recordarle su infortunio o por llamarle buena mujer o por ambas cosas, que el desdichado Bernabé rompió a llorar desconsoladamente, y cuando húbose consolado relatole sus tribulaciones al enano. Este asombrose al descubrir que era un hombre. "Un hombre robusto, barbado y de pelo en pecho, oh!..."
- Mi nombre es Bernabé.
- El mio Fidelio.
Y un magnetismo especial les unió en un largo beso con lengua.

- Bernabé, debemos huír, esto no es vida!
- Y a dónde vamos nosotros sin un maravedí en la bolsa y perseguidos por la Justicia?... Somos esclavos, Fidelio, esclavos!, no llegaríamos a ningún lugar.
- Lo importante no es a dónde lleguemos, sino que escapemos de aquí. De mientras Dios decidirá.
- Oh, Dios a mi me ha hecho tonto, muy tonto!, y a mi hermano un canalla. Mi hermano y tu dueño Ambrosio nos atraparán.
- No eres tonto, fermoso Bernabé, tú te lo has creído porque te han hecho creer que lo eres, pero debes demostrarle que tienes inteligencia y coraje. Huyamos, fermoso Bernabé, huyamos a ningún lugar pero huyamos!
- Oh, no digais eso, no soy fermoso, soy gordo, un gordo nauseabundo!
- A mi me gustais como sois, fermosísimo Bernabé!

Convencerá el intrépido Fidelio al indeciso Bernabé?!... Lograrán huír de sus crueles dueños?!...
Queridos amiguitos, no os perdais el próximo y emocionante episodio titulado...
"Los caníbales quieren comerse a Bernabé"

2 comentarios:

  1. Esto promete, el siglo de oro español era tiempos de aventuras sin fin.

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  2. Pues sí, es un largo y a veces enigmático período que da para mucho.
    Feliz día!

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