martes, 13 de enero de 2015

Una noche en el corral del pecado










Ibrahim y Massud estaban ya cansados de la intolerancia y las amenazas del imán de la mezquita de su barrio. Este no veía con buenos ojos que los chicos bailasen en la discoteca o que flirteasen con cristianas en el parque. Para colmo de colmos un día les condujo a su despacho y trató de convencerles de que debían ir a Siria a combatir junto a sus hermanos del Estado Islámico "para hacerle morder el polvo al Demonio de Occidente"
Ibrahim y Massud estaban tremendamente mosqueados por la actitud hacia ellos de "el viejo barbas", que así era como le llamaban los cristianos y algunos musulmanes "occidentalizados" y con sentido del humor.
Y cierto día un amigo les sorprendió con una pasmosa primicia, revelándoles algo tan fascinante que en un principio no se lo creyeron, más aún: les causó un estupor enorme.

Los dos mozos elucubraron durante varias horas sobre la portentosa revelación. La idea era ver como podían utilizar aquello en su favor, y al final se encendió una lucecita en el cerebro de Massud.
- Oh, esto va a ser demasiado! - dijo Ibrahim.
- Es ni más ni menos lo que se merece - razonó Massud - y nadie sabrá que hemos sido nosotros.
Cuando empezaban a reinar las sombras de la noche, treparon por el muro que comunicaba con aquel corral, el corral del pecado!
Ibrahim se ocultó tras un rosal y Massud en una carbonera, desde la cual, a través de una gruesa rendija en la madera de la portezuela, podía divisar el huerto en su totalidad. Les acompañaban en la espera un burrito, cuatro gallinas y siete conejos. Los conejos vivían en su jaula, como presos de Guantánamo pero sin ser torturados, sólo engordados.
Al cabo de más de una hora, cuando ya creían que su amigo les había engañado, apareció "el viejo barbas", o dicho más claramente: el imán Abdul.
El servidor de Alá dio de comer a las gallinas y a los conejos y tras hacer esto sucedió lo inesperado, lo increible, lo alucinante!... aunque ellos sí se lo esperaban, pues por eso se habían presentado en el corral del gran pecado.
Abdul arrimó una mesa pequeña a la pared por la que habían trepado hacía una hora sus observadores y seguidamente se bajó el pantalón y los calzoncillos, colocándose de rodillas y quedando a la altura conveniente para que "Lucero" pudiese penetrarle.
- Vamos, Lucero, bonito!, vamos, no seas tímido, cariño! ( traducción del árabe )
Lucero no se lo pensó mucho. Cuando alcanzó con sus patas delanteras la mesa, ya se le había puesto la verga como el mango de una escoba. Abdul le facilitó la labor al garañón tomándole el miembro con su mano derecha, mientras que con la izquierda se apoyaba en la pared para no perder el equilibrio, y dirigió dicho miembro hacia su ano. El resto ya lo hizo todo Lucero, limitándose el pasivo santón a dar gritos de lujurioso placer a cada arremetida del jumento gozoso.
Ibrahim y Massud, uno grabándolo en video y el otro haciendo fotos, consiguieron un estupendo reportaje de la unión carnal entre el noble bruto y el embrutecido sectario.
Fotos y video, ni que decir tiene, saltaron a las redes sociales esa misma noche.
Pobre hombre!, ahora se encuentra oculto en algún lugar del planeta. El ayatolá Jomeimiliki ha jurado que le cortará el pene y se lo arrojará a los perros, después ordenará que le den cien latigazos y finalmente lo ahorcará. Pues ya lo ven ustedes, esta gente no se anda con chiquitas.

4 comentarios:

  1. ¡Ja ja ja!
    Lo sorprendente -o no-, es que es real como la vida misma. Quienes más se desgañitan contra el "pecado", son los más fervientes pecadores.

    ¡Buen miércoles! Yo voy a estar atareada, ya sabe.

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  2. Cierto, detrás de cada gran "salvador de almas" suele haber un gran pecador, jeje!
    Que sus tareas sean para bien y todos los problemillas se le vayan arreglando. Un abrazo!

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    1. Gracias, pero no se arreglan como debieran, son simples "tiritas" de chiste.
      Ayer envié una nueva solicitud de trabajo y, como siempre, ni se molestan en dar acuse de recibo.

      Un abrazo, querido amigo.

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  3. Mierda de burocracia y mierda de crisis!... No hay mal que cien años dure, pero no vamos a vivir tantos, jeje!

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