lunes, 26 de enero de 2015

Animadas escenas playeras









Don Braulio Quesilete recorrió con la vista los culos de aquellas cuatro damas orondas que tomaban el sol en la playa, boca abajo, sin la pieza superior del biquini. Una de ellas sintió la presencia del mirón y volvió el rostro hacia él. Reconoció al individuo al instante a pesar de que el sol la molestaba un poquito. Soltó una pedorreta muy estrepitosa y las cuatro señoronas rompieron en escandalosas carcajadas. Don Braulio huyó de allí como gato escaldado.
- Qué os dije, chicas? - habló Doña Benita Cagánchez - mi ex problema no se ha librado de su cochina adicción de voyeur playero.
- Es un puto mirón. - Afirmó Soledad Pompoño lanzando otra grosera ventosidad que dio paso a un nuevo capítulo de risotadas obscenas.
El padre Germanio Chupapóllez se santiguó escandalizado. Este buen sacerdote distaba solo siete metros de las gruesas desvergonzadas y afanábase en este momento en aplicar la crema protectora sobre la epidermis de su efebo Carlos Enrique. Don Germanio era efebófilo y glotón y dábase al pecado de la gula con tanta pasión como a la lujuria más nefanda. Carlos Enrique se dejaba hacer por el ministro de Dios, el cual, cuando nadie les miraba, le acariciaba la pirindola, ora pasando la mano sobre el bañador, ora introduciéndosela bajo el bañador.
Pasó un negrito vendedor de gafas de sol de marcas falsificadas. - "Gafas, amigos!... gafas, amigos!... baratas, baratas!" - pero ni las gordas escatológicas ni la pareja en pecado mortal le compraron sus mierdas de gafas. El pobre negrito llevaba una mañana horrible, así que se desahogó.
- Me cago en vuestras putas madres, sois unos racistas de mierda!...
Respiró hondo y se excusó con humildad:
- Perdón si no me han entendido bien, es que aún no domino el español.
Dos de las cuatro gordas le despidieron con pedos y el cuarteto al completo se escoñó de risas.
Todos miraron hacia el cielo. Una avioneta publicitaria dejaba ver su spiritual mensaje: "NO MáS PECADOS!... IGLESIA CRISTIANA DEL DIVINO PASTOR TOCANDO EL TAMBOR"
- Herejes!, eso es lo que son, unos repugnantes herejes! - gritó el padre Germanio.
Unos policías municipales de incognito y en tanga iniciaron la persecución del negrito de las gafas de sol. Sólo la iniciaron, pues el ilegal del Africa tropical les sacó una ventaja enorme en pocos segundos. Ellos eran panzudos y él había ganado una medalla de bronce en los anteriores Juegos Olímpicos corriendo los 100 metros lisos.
Don Braulio Quesilete se arrimó a observar muy de cerca a una belleza nórdica que tomaba el sol en topless y despatarrada. Agachose y colocose entre las orejas y la nariz las gafas de cerca para ver que ponía en el tatuaje que la vikinga tenía arriba del ombligo. Y ponía lo siguiente: "I love paella"
La despertó dándole unos toquecitos suaves con el dedo índice en el pezón izquierdo.
- Ejem!... ejem!... creo que tenemos algo en común, señorita: yo también amo la paella.

3 comentarios: