sábado, 8 de junio de 2013

Kwgongo ama a Bernabé





Décima parte de esta enfollonada historia en la que se mezclan el esclavismo, el integrismo religioso, la promiscuidad sexual y los crímenes más atroces. Oseasé: la vida misma sin ir más lejos.



Saltaron la tapia del corral de la abadía los empresarios monstruosos de feria, el retorcido y repugnante Bertoldo y su similar Ambrosio, esclavistas repulsivos que hoy en día ( Año del Señor Dos mil y trece ) traficarían con negros en pateras, venderían drogas a los jóvenes, matarían mujeres y periodistas en Honduras o en Ciudad Juarez o subvencionarían al PP.
Los criminales avanzaron a tientas por un lóbrego pasadizo que comunicaba los corrales con la cocina. Un revoloteo y cacareo de gallinas en el corral había puesto en guardia a la Madre Abadesa, siempre insomne, que, aunque su celda estaba en el ala norte del edificio, tenía un oído finísimo. Presta acudió a despertar a sus subordinadas ante la sospecha de que estaban siendo invadidas.
Ambrosio y Bertoldo ascendieron por una escalera de caracol y en llegando a la planta superior se encontraron con una catastrófica sorpresa. En la oscura estancia surgieron palos, sartenes, cazos y rodillos de amasar que les golperaon sin cesar provocándoles numerosos hematomas, quejidos lastimeros y alguna costilla rota. Sor Angélica, Sor Mencigüela y la propia Madre Abadesa, Sor Veremunda del Espíritu Santo, golpearon con saña a los intrusos, apoyadas logísticamente por las longevas Sor Ramona y Sor Canuta, y ellos, al no ver quienes les agredían, amedrentáronse más, y aún más acoquinados lo estuvieron porque de la voz cavernosa de Sor Canuta surgieron soflamas como "Santiago y Cierra España!" y "Guerra a muerte a los berberiscos!", y por el timbre agudo gracitamoralesco de la madre Mencigüela oíase "Que Santa Teresa Teresa de Coscojuela, nuestra venerada Patrona, nos guie!"
Los perversos dejaron de quejarse porque ya estaban groguis, situación que aprovecharon las belicosas cruzadas para arrastrarles hasta un umbrío y telarañoso calabozo y allí encerrarlos con una gruesa tranca.
Sor Veremunda del Espíritu Santo, Madre Abadesa de irreprochable santidad y no menos observancia en el cuidado y defensa de sus monjitas, ordenole a la dulce Sor Mencigüela:
- En cuanto asomen las primeras luces del alba enviareis a Maximina con un mensaje para el señor cura párroco de Villoria de las Manjurrias. Debemos ponerle al corriente de la situación y que él se haga cargo de los sarracenos.
La paloma Maximina llevaría el mensaje al cura párroco Don Homobono, y el sufrido clérigo tomaría a partir de este momento un mayor protagonismo en la historia. Pero ahora tenemos una cita con los muy maravillosos protas Fidelio y Bernabé, las muy maravillosas pendonas Sor Casta y Sor Aparicia y el horribilísimo canibal enamorado Kwgongo, asesino de su paisano Bwgongo como bien saben nuestros más atentos lectores.





El gran enano Fidelio destacose del grupo para evitarles peligros a sus camaradas de viaje.  Quedaron estos en un improvisado campamento y avanzó en vanguardia el pequeñuelo audaz en dirección al lugar en donde había dejado al fermoso Bernabé. El corazón le latía apresurado ante la perspectiva inmediata del encuentro emocionado. Oyó jadeos y avanzó sigiloso agachado, lo cual era un perfecto camuflaje para un hombrecillo ya de por sí muy chiquitajo. Llegó a sólo unos pasos del matorral tras el cual oíanse los jadeos de inequívoco trajín sexual, y llevoso la gran sorpresa de su vida: Bernabé yacía con la popa al aire y un negro monstruoso le daba rítmicamente por el culo.

Por nada del mundo han de perderse vuesas mercedes el próximo y emocionantísimo episodio titulado...
"De la eficaz labor policial llevada a cabo por el señor cura párroco de Villoria de las Manjurrias"

2 comentarios:

  1. Anda, la madre abadesa me recuerda a mi señora madre, siempre con el oído atento, sin dormir. Fastidiaba mucho, téngalo usted en cuenta, porque ni dormía ni dejaba vivir a los demás.
    Estaba yo en la terraza del chalet, leyendo un libro a la fresca, y se me aparecía ella con camisa de dormir, con una cara que daba miedo. "Entra y ve a dormir". "Mamá, ve a dormir tú y no te preocupes, que el perro está aquí conmigo". Ni flores, oiga. Una vez, vino su hermano, mi tío, el de la farándula, y nos llevó a mi hermana y a mí a la dicoteca al aire libre de pocos kilómetros más abajo. ¡Ondia!, lo que tuvo que batallar con su hermana. Con camisón, estaba delante de la puerta de vehículos y no nos dejaba salir, repitiendo que nos fuéramos a dormir todos.
    Mi tía Angelita, su cuñada, siempre decía que nosotros, sus hijos, habíamos nacido por mediación del Espíritu Santo, según mi madre... ¡Juas juas!

    ¡Ah, vale! Santa Teresa de Coscojuela es única para alentar una lucha de defensa, ¡voto a brios!

    Pues vaya, me da que el enano se ha llevado un chasco y esto... puede ser muy peligroso.
    Ignoro qué tiene usted en mente, pero creo no andar muy desencaminada, je je je... Por supuesto, no abro la boca ;D

    Aunque... "la labor policial" del párroco me da mala espina.

    ¡Hasta mañana!

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  2. Pues ya sabe usted que tipo de "labores" policiales hacía la Iglesia en aquellos tiempo, je, je!, y lo que les gustaría poder hacerlo ahora.
    Feliz semana!

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