En la anterior entrega de esta apabullante historia dejamos al enano Fidelio atónito ante la imagen que vieron sus vivaces ojillos: su amadísimo Bernabé estaba siendo brutalmente violado por un salvaje africano. ( Ah, pero nuestros más avispados lectores saben muy bien que el negro Kwgongo se ha enamorado del fermoso Bernabé y... oh, quizá este consiente el coito anal! )
Mientras tanto Sor Agata y Sor Aparicia aguardan noticias de su bravo semental. ( Estarán preñadas para mayor gloria de la Santa Madre Iglesia? )
Los mulos Junio y Febrero pasan el tiempo rumiando todo tipo de hierbas rumiables, ajemos a los problemas humanos.
El audaz Fidelio aguarda el momento propicio para eliminar al salvaje africano y rescatar a su amado añorado. Logrará tal benéfico propósito?... tachá, tachán!
Pero vayámonos agora a la abadía, repasemos los últimos momentos:
- Sor Mencigüela, en cuanto asomen las primeras luces del alba enviareis a Maximina con un mensaje para el señor párroco de Villoria de las Manjurrias. - ordenó la Reverenda Madre Abadesa.
Y así fue, el padre Homobono recibió el mensaje anillado en la patita de la paloma Maximina y presto acudió a socorrer a las monjitas, no sin antes solicitar el apoyo de su fiel amigo el herrero.
- Acompañadme, Urculiano, hemos de interrogar a unos malditos sarracenos que han capturado las monjas.
"Hostias, pues muchos cojones tienen las monjas!" - pensó para sí el recio herrero, que no lo dijo en voz alta para no herir la sensibilidad del cáustico sacerdote y despertar su santa ira, que de personas sagradas no deben fablarse vulgaridades.
Y pasaron largas horas hasta que el padre Homobono y su ayudante Urculiano acudieron a la celda de la madre abadesa a informarla de lo averiguado.
- Debeis estar tranquila, Madre Veremunda, que estos no son fieros piratas sino taimados pícaros, y los otros no son Su Eminencia Reverendísima y un paje sino un gordo sodomita y un enano cipotudo, dos aberrantes monstruos de feria que explotaban nuestros detenidos para ganarse los maravedíes tramposamente, y mucho me temo que el enano os ha utilizado a vos y a vuestras monjas para sacar al gordo sodomita de algún apuro.
- Cómo estais tan seguro de lo que decís, reverendo padre.
- La tortura no falla, reverenda madre; aunque mi buen amigo Urculiano y un servidor no somos frailes dominicos, también disponemos de mañosidad para hacer confesar a los truhanes.
- Yo les he marcado con fuego como al ganado, ja, ja, ja!... - exclamó y se carcajeó el brutal Urculiano.
- Ruégole que se ahorre los detalles, maese herrero. - dijo la madre abadesa sin disimular un gesto de repulsión hacia el gorila torturador.
Y ahora qué?, se preguntarán los excelentes lectores de este blog. Qué fin les espera a los malvados Bertoldo y Ambrosio?!... Logrará el bravo Fidelio deshacerse del monstruo africano?!... Regresarán arrepentidas a la abadia las pecadoras Sor Casta y Sor Aparicia o se dedicarán a la mala vida?!...
Agunas respuestas las hallarán vuesas mercedes en el próximo y emocionantísimo episodio titulado...
"El final de una larga historia"
¡Lo suponía!
ResponderEliminarY qué desgracia que usen a Domingo de Guzmán, fundador de los dominicos, como azote y tortura, ya que el tal fraile era un pedazo de pan que se lo quitaba de la boca para dárselo a cualquier necesitado encontrado por los caminos, fuera "hereje" o no. Me cisco en la santa iglesia esa que lo tergiversa todo.
Ando muy ocupada con el nuevo abogado que me ha caído en suerte, farciéndole de información y cuidando de que no haga el tonto, que a estos hay que vigilarles mucho porque los títulos se los encuentran en un bote de Cola-Cao o de Nocilla. ¡Pardíez que no es necesario estudiar tanto para las meteduras de pata que cometen!
Tenga uste buen comienzo de semana.
Esta quijotesca historia hará sombra a l inmortal obra de Cervantes.
ResponderEliminarHola!
ResponderEliminarCierto, el santo era una cosa y sus discípulos otra muy distinta, también "santos" pero a su manera, je, je!
Meterse en cosas de "picapleitos" es mala cuestión, noble dama, je, je!,de ellos y sus mejunges buena cuenta nos han dado los clásicos.
Igualmente, feliz semana!
Buenos días, Don Jota Uve, usted siempre con sus exageraciones, jo!
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