lunes, 1 de julio de 2013

Dos maneras de columpiarse

          

Su padre le había dicho que no fuese, pero ella quería verlo. Era una niña muy tozuda. Su padre era el sheriff, el hombre que más mandaba en Virginia City. Todos le temían y obedecían. Pero ella le iba a desobedecer porque quería verlo, quería saber qué era eso de "columpiarse" Bueno, ella sí sabía lo que era columpiarse porque su padre le había hecho un columpio que pendía de la rama más fuerte de un manzano, junto a su casa. Pero no entendía porqué aquel hombre tenía que columpiarse. Su padre le había dicho que no era un espectáculo para las niñas, que las niñas de doce años no deben salir de sus casas cuando hay una ejecución. Pero ella pensaba que la violación tampoco era un espectáculo para niñas, y mucho menos si la propia niña formaba parte de ese espectáculo. Por eso mismo necesitaba ver al hombre "columpiarse" Quería saber en qué consistía el castigo por haberla violado. Les había escuchado hablar en casa cuando creían que ella no les escuchaba, y su tío Harold, el hermano de su padre, dijo muy enfadado: "Que ganas tengo de verle columpiarse a ese maldito bastardo!"

Subió a una pequeña loma que distaba unos 100 metros del lugar de la ejecución. Agazapada y espiando por el espacio abierto entre dos arbustos, podía controlarlo todo y nadie podía verle a ella. Estaban todos los hombres del pueblo y algunas mujeres. También vio a su madre, y había algunos chicos, pero sólo los más mayores, los que ya tenían catorce años.
Subieron al hombre a un caballo y le amarraron una soga muy gorda al cuello. El otro extremo de la soga estaba anudado a la rama de un árbol. Su padre dio una orden y uno de sus hombres azotó al caballo para que se moviese. El caballo salió al trote y el hombre quedó colgado del árbol. Uf, tenía la lengua fuera y... y se columpiaba!, je, je, je!, así que era esto?, qué divertido!... Bueno, pero para el hombre no es divertido, claro. Se borró su sonrisa ante esta última consideración. No debía ser divertido para nadie. La verdad es que nadie reía, ni siquiera su tío Harold. Pero aquel hombre se lo había buscado, no tenía derecho a violar a ninguna niña, y mucho menos a la hija del sheriff, qué canastos!
Sintió de pronto unas ganas tremendas de columpiarse. Salió corriendo hacia su casa, atravesando el campo de amapolas y viendo frente a sí el hermoso sol de la tarde que descendía hacia la cordillera.
Echó de menos que no estuviese ahora su padre para darle impulso al columpio, pero ella se lo dio con los pies hasta balancearse a gusto. Pensó en aquel hombre, en el daño que la había hecho, en su extraña forma de morir, colgado de un árbol y con la lengua fuera, "columpiándose"!

Un hombre al que hicieron mucho daño de niño y de jovencito, que aprendió primero a defenderse y después a hacer el mal como se lo hicieron a él.

Una niña que había sufrido una terrible agresión y que no parecía muy impresionada con el castigo cruel que acaba de sufrir su violador.

Dos cuerpos oscilando en un punto de la verde y ancha pradera que se extendia hacia las montañas rocosas. Qué futuro aguardaba a aquella niña en el "salvaje Oeste" La experiencia sufrida iba a marcarla de por vida o hacerla mejor persona?... Demasiado pronto para saberlo.

La niña dejó de pensar y saltó del columpio.

El cadáver ya apenas oscilaba. Ni la más mínima ráfaga de aire cruzaba la pradera. Los hombres se fueron y los buitres descendieron.

2 comentarios:

  1. Su relato guarda mucha profundidad.

    Un hombre al que hicieron mucho daño de niño y de jovencito, que aprendió primero a defenderse y después a hacer el mal como se lo hicieron a él.

    Sucede a menudo y no lo entiendo. Tal vez sea que el mal lo sufrió de niño, pero creo que no es este el motivo porque muchos otros niños lo padecieron y al crecer no fueron malos.
    Pienso que la maldad la lleva una persona dentro de sí, independientemente del entorno y sus experiencias. Se puede guardar un cierto resentimiento por lo padecido y porque nadie le ayudó, un resentimiento y deseos de venganza universales, pero ahí ya entra la ética personal, la moralidad, y es cuando se carece de ellas cuando aflora la maldad de un individuo.

    Feliz semana.

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  2. Efectivamente, nada que objetar, mi ejemplo está en sintonía con la realidad pero eso no significa que sea la realidad de absolutamente todos los que han pedecido abusos o agresiones de cualquier tipo. Esta demostrado que muchísimas personas que de niños sufrieron la maldad de los pederastas, terminaron siendo como ellos, pero no tenemos números estadísticos de los que no actuaron de igual modo. Como usted bien dice, el entorno es importante, la educación recibida, la felicidad que se respire en el hogar, aunque también hay personas que, incluso dentro de un ambiente idílico, son unos verdaderos monstruos. Estos últimos están muy usados en cine y literatura, tipos como el Anibal de "El Silencio de los corderos", sicópatas de refinada cultura.

    Igualmente, feliz semana!

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