lunes, 28 de diciembre de 2015

Carretera de Málaga a Almería


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( En las imágenes Almería y Almuñecar )

Escrito en el asiento 17

La carretera entre Málaga y Almería serpentea junto a la costa. En los cerros de verde oscuro, ocre y gris, esos mismos cerros que, dos horas antes, el viajero ha visto desde el avión, observa casitas blancas diseminadas, unas humildes y otras suntuosas.
El autobús desciende a La Herradura. En este pueblo las casas son más grandes, pero también blancas, muy blancas, encaladas por la mano del hombre e iluminadas por el sol perpetuo de Andalucía.
Hay palmeras y una gasolinera roja de Cepsa.
La carretera trepa de nuevo hacia los cerros, pasa por un tunel de no más de doscientos metros y continúa entre curvas y curvas, pinos y cipreses.Y a la derecha, en el sentido de la marcha, el sol del atardecer dora el mar y embellece las huertas de rosaledas y limoneros. Enseguida un pueblo grande: Almuñecar.
A la entrada de Almuñecar le reciben al viajero unas soberbias palmeras, unas estatuas de desnudos sin cabeza frente a la "Jefatura Policía Local" y una estación de autobuses de color beis, redonda como una plaza de toros. Las grandes palmeras protegen del sol a los viajeros que esperan en la estación de autobuses su momento de iniciar un viaje y a los esperadores que esperan a otros viajeros. El viajero se apea porque entiende que el conductor no tiene prisa o le entretiene alguna obligación en tierra. Un airecillo fresco llega para recordarle que debe sentirse dichoso. Airecillo fresco y el cantarín y ceceante acento de la gente de esta tierra. Dos buenos motivos para sentirse a gusto porque el viajero está recuperando los colores, formas y voces que envolvieron su vida unos años antes.
Otra vez carretera arriba, arboleda entre montañas y casas blancas encaramadas en montecillos y cerros. Pueblecitos playeros, casas sin terminar de construirse por efecto de la burbuja inmobiliaria. Dos parapentistas, evolucionado sobre los riscos y las copas de los árboles, se dirigen hacia allá abajo, hacia Almuñecar, hacia el mar... El viajero lo observa todo con deleite, ¡saborea España!
Otro tunel, este más largo, podría ser de dos kilómetros. Descenso ahora por autovía. A la izquierda, al pie de los cerros, los famosos "plásticos", invernaderos en donde trabajan los emigrantes, la mayoría magrabies y subsaharianos. En las alturas, modernos molinos de viento provocan a quijotes fantasmas. El viajero observa y apunta. Sólo echa de menos un buen trago de algo frío y un bocata. Y es que el autobús partía nada más salir el viajero por la puerta del aeropuerto de Málaga, a las dos en punto, y el buen hombre lleva sin nutrirse y refrescarse desde las cuatro de la madrugada, hora en la que desayunó en su casa de Manchester.
Otros dos túneles casi seguidos. El negro asfalto en cuatro carriles vuelve a ser ascendente. A la derecha del viajero hay sendos precipicios que caen sobre un Mediterráneo en calma. El mar de plásticos ocupa ahora grandes extensiones. El siguiente tunel es de unos trescientos metros. Los plásticos son grises, muy feos, machacan el paisaje con su fealdad. Tunel en curva, tan largo como el anterior, y a los cinco minutos otro. Túneles y plásticos, unos y otros desentonan, pero son tan necesarios como esta autovía de color negro y el autobús en el que viaja el viajero. Otro tunel, ¿trescientos metros quizá? Tres horas de avión y van a ser tres horas y cuarto de autobús, ¡seguidas!, para no perdérselo, casi como un vuelo a América.
Allí abajo, sobre el mar, se ha formado una manta de nubes. Ahora le parece al viajero que sigue en el avión. Ha cruzado Inglaterra, de norte a sur, sobre una manta grandísima de nubes. Cambia de asiento aprovechando que hay uno vacío tres filas más adelante. El autobús se desliza sobre un viaducto.
Cartel con fondo verde y letras blancas: "PROVINCIA DE ALMERÍA" Al viajero ya le queda menos para conocer personalmente a la persona que quiere conocer: una hora y pico. Otro viaducto, este tiene nombre: "Viaducto Alcazàbar", y medida: 200 metros. Nuevos pueblos: Adra y Guainos. Pasamos sobre el "Viaducto de Guainos, 150 metros" La niebla marina está llegando a la carretera. Ahora viajamos entre la niebla. "Primates en la niebla dentro de un autobús" Mar de niebla y mar de plásticos. Otra entrada a Adra y La Alquería, y el sol se ve borroso entre la niebla marina, el sol que declina para ser mañana el nuevo sol malagueño y almeriense, el nuevo y el de siempre, aunque hace más ilusión pensar en el nuevo sol que invita a vivir y a viajar. Eso piensa el viajero mientras hace rodar la bolita del boli sobre el papel planco del note book.
La niebla es más intensa. Ya no hay cielo azul ni se ve el sol. Cincuenta minutos le separan al viajero de su destino: Almería. Luego serán menos porque el conductor va veloz. Pasa por Balerma, ya sin niebla. Y pasa por Matagorda y Guardias Viejas. Se anuncia un desvío a El Ejido y otros pueblos. El famoso El Ejido de los emigrantes magrabies y los disturbios entre moros y cristianos. Un cartel curioso; "FIN DE LA CONCENTRACIÓN DE ACCIDENTES" Otro cartel anuncia el desvío a Las Norias de Daza. Al viajero le suena el nombre de ese pueblo, le hace un cosquilleo en el estómago. Y unos cuantos kilómetros más adelante: "ALMERÏA 22" ¡Ya casi has llegado, viajero!
Y así es. Almería le está esperando porque a todos nos espera algo o alguien. Almería sonríe y el viajero sueña con soñar, con besar, con beber, con comer, con dormir, con amar... Ha sido una jornada muy larga, pero el viajero sabe que todavía falta mucho para que acabe. ¡Falta lo mejor!

A Enriquetilla.

3 comentarios:

  1. ¡Bravo! Excelente narración del viajero. Cela se queda en mantillas por el desfase, je je je...

    Y a Enriquetilla se le pusieron "los pelicos de puntilla" al leerlo, ¡juas!
    ¿Por qué coño no lo dice aquí? Qué cosas.

    ¡Me alegro mucho de su viaje, señor contramaestre! ¡Buen viento a toda vela!

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  2. Bueno, ella prefiere recrearse en Rupertina, ya lo ha colgado allí. Alguna influencia tengo de Cela porque no hace mucho leí Nuevo Viaje a la Alcarria.
    ¡Gracias muchísimas por leerlo!

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