martes, 4 de noviembre de 2014

Nadie protege su dinero mejor que el señor banquero.












Los dos responsables de la furgona blindada de "Seguros Servidores S. A." cargaron en la sucursal 224 del Banco Romañón Internacional 40 millones de euros destinados a pagar los servicios prestados en varias operaciones financieras de alto nivel por politicos del PP.
- Este Don Baldomero es increible, tío! - comentó en un susurro Laureano a su compañero de fatigas.
- Calla, a ver si nos va a oír, respondió Críspulo.
Y justo cuando iban a subir a la furgona para iniciar la marcha, otra furgona se detuvo junto a la furgona blindada, bajándose de ella cuatro hombres con los rostros cubiertos con pasamontañas. Antes de que pudiesen reaccionar, ya habían matado de un disparo a Laureano. Seguidamente desarmaron a Críspulo y le obligaron a abrir la furgona del dinero para pasar los sacos a la furgona atracadora. Y en cuanto se abrió la puerta, Don Baldomero Romañón, dueño del Banco Romañón Internacional, que estaba sentado sobre uno de los sacos, se irguió rapidamente e hizo sonar la alegre música de su Kalashnikov. Dos atracadores y el seguro servidor Críspulo se convirtieron al instante en cuerpos chorreantes de sangre. Don Baldomero, que había sido mercenario antes que banquero, descendió de la furgona con intención de detectar a más atracadores y darles la misma ración de plomo. Pero estos ya estaban siendo abatidos por unos patrulleros policiales que se habían mosqueado al ver dos furgonas juntas, siendo una de ellas de "Seguros Servidores S.A."
A los abogados del Banco Romañón Internacional no les costó nada "convencer" al juez de que el también acribillado Críspulo estaba compinchado con los atracadores.
Moraleja: El dinero no pasa facilmente a las manos de los pobres, aunque estos sean atracadores.

6 comentarios:

  1. Me suena Don Laureano. Me suena eso de cargarse a todo el que se tenga por delante sin hacer distingos.

    Buen jueves.

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  2. Suena a muchos de ese estilo, jeje!, aunque yo no he pensado en uno en concreto.

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    1. Ahora que caigo, usted ha querido decir "Don Baldomero".

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    2. Pues sí. No sé de dónde coño saqué al Laureano ese. El jueves estaba yo de muy mal humor...

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    3. Vaya!, espero que se le hayan arreglado las cosas. Un abrazo!

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    4. No, no se han arreglado en absoluto, pero intento levantar la cabeza, aunque sea poco a poco. Total, ya estoy acostumbrada a todo esto.
      Un día me fallarán las fuerzas, es inevitable, pero de momento mis zarpas pueden destrozar lo que sea. (Y no es simple metáfora)

      Un abrazo, amigo.

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