Un rapsoda en el siglo XXI

A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero!


Un fuerte aplauso premió al viejo rapsoda al concluir la Elegía a Ramón Sijé. Fuerte relativamente, pues no es mucha la concurrencia a este tipo de espectáculos "minoritarios" Qué gran contradición!, ni la mayoría de los actores saben declamar bien el verso ni son debidamente apreciados los grandes declamadores. No habría más de treinta personas en el pequeño auditorio de aquella sociedad cultural, casi todos abuelos, algún cuarentón y un matrimonio joven que lo estaba grabando con el móvil.
Don Cecilio Bermejo, el viejo rapsoda, estaba pasándolo muy mal a pesar de su éxito. Un gas intestinal intentaba abrirse paso hacia el exterior y él sabía que, en cualquier momento los esfínteres podían jugarle una mala pasada, pues es sabido que los esfínteres acostumbran a burlarse de las personas mayores.
El maestro rapsoda se arrancó con "Vientos del Pueblo", también de Miguel Hernández, el poeta universal de Orihuela


Vientos del pueblo me llevan,
vientos del pueblo me arrastran...


Y fue justo en ese instante cuando se le escapó el pedo, un estruendoso pedo que pareció traca fallera. Cundió el desconcierto en el auditorio y a Don Cecilio le mudó la tez en color grana. No recordaba haberse puesto tan colorado desde que era joven. Para colmo, al escape de gas siguió otro escape de líquidas excrecencias, muy visibles bajo el pantalón blanco. Farfulló algunas palabras torpes de disculpa y huyó asustado al camerino.
La pareja joven lo grabó todo, el pedo, el azoramiento del viejo, sus balbucientes disculpas, la mancha bajando por la pierna y la huída despavorido al camerino. Media hora después ya estaba en las redes sociales y en pocos días se convirtió en uno de los videos más vistos. Además, la pareja tuvo la "brillante idea" de grabar también el poster del artista: "Cecilio Bermejo, gran rapsoda" Por supuesto, a la morbosa audiencia internáutica no llegaron las poesías que había recitado antes del momento aciago.
Don Cecilio Bermejo era, efectivamente, un grandísimo rapsoda. Quizá en el siglo XIX o a principios del XX hubiese triunfado en los escenarios de España y Sudamerica; posiblemente alguna gran cómica de la talla de Margarita Xirgu o María Guerrero le hubiesen incluído en sus repartos para interpretar los grandes dramas en verso, quizá el Tenorio de Zorrilla o La Venganza de Don Mendo de Muños Seca. Pero Don Cecilio no nació en la época que le correspondía. Y de entre el escaso público que hoy le aplaude, algunos ni siquieran se merecen el apelativo de "respetable público"