El avión volador

Toñín se levantó el primero para ver los regalos que le habían traído los Reyes. En un plisplás abrió la caja más grande, en la que esperaba encontrarse el regalo que más ansiaba. Después se levantaron sus hermanos mayores, Lourditas y Jacinto.
"Oh, la casa de muñecas!", gritó alborozada Lourditas.
"Anda, qué bien, los juegos reunidos!", exclamó en un tono similar Jacinto.
Así de contentos se los encontraron sus padres cuando entraron en el salón. Bueno, algo faltaba para completar la alegría familiar. Toñín no estaba contento.
- Caramba, y ese morrito, Toñín?... - preguntó mamá.
Toñín miró su precioso avión blanco, amarillo y anaranjado con cara de asco.
- Jo, mamá, este avión no vuela, yo he pedido a los Reyes un avión volador!... Jo, papá, los Reyes están tontos, este avión es para niños pequeños!
Papá y mamá cruzaron una mirada que traducida a palabras significaba: "Hemos metido la pata" Sabían que Toñín les había pedido a los Reyes un "avión volador", pero le consideraban muy pequeño para regalarle un avión de aeromodelismo, aparte de que era carísimo para ellos.
Toñín tuvo que esperar unos cuantos años para disponer de su "avión volador", aunque no fuese exactamente "suyo", pues el avión que pilota el comandante Antonio Arenales de Daza, un Airbus A-310 de 265 pasajeros, pertenece a la compañía Iberia. Un auténtico avión volador!
Pues ya lo ven , hay vocaciones muy tempranas.