martes, 5 de enero de 2016

Jesús, salvado por Herodes.



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O la matanza de los magos de Oriente.

Para el concurso de relatos navideños de El Periódico del Prat.


Tres magos de Oriente, que no eran reyes como se ha empeñado en hacernos creer el catolicismo manipulador, sino tan solo magos maléficos al servicio de un emir diabólico, siguieron a la estrella del mal terrenal durante muchísimos largos días y frías noches, la cual les llevó hasta Belén, pues allí acababa de nacer - cuando ellos llegaron, se entiende - el Mesías que Yavé les prometió a los judios, su "pueblo elegido", y la misión de los magos era la de matarle nada más dar con él.
Pero el servicio de espionaje de Herodes, el SIH ( Servicio de Inteligencia Herodiana en su traducción al español, y no se pronuncia la h final ) descubrió las aviesas intenciones del emir Ahmed Japuto y sus tres sicarios recién llegados, y antes de que estos diesen con la morada de José, María y Jesús, fueron atacados y aniquilados, ellos y sus numerosos pajes, por una centuria mandada por el centurión Octavio Novenio Décimus Coscojuelus. La centuria, que era de 78 hombres, pues el resto se encontraba de baja, permaneció camuflada durante varios días en los alrededores del chamizo en donde había nacido el Mesías Prometido, todos ellos disfrazados de bucólicos pastorcillos belenitas. El centurión Coscojuelus ( para abreviar ) se pasó todo el tiempo tras unos arbustos, agachado en posición de evacuar, pues era un hombre muy propenso a las diarreas. ( La tradición belenística catalana lo representa como el "caganer", malentendiéndose que el tal caganer fuese un pastorcillo )
La noche en la que aparecieron los magos maléficos, los legionarios se lanzaron sobre ellos en un periquete, sobre ellos y sobre los pajes que se habían traído para que les hiciesen pajas y otras delicias sexuales. Habíanlos tanto pajes efebos como pajes señoritas. Todos murieron degollados o acuchillados en el corazón. De nada les sirvió a los magos maléficos su maléfica magia.
Fue esta una acción muy lógica de Herodes, pues las órdenes de Roma debían ser cumplidas tajantemente: nada de interferir en las tradiciones, liturgias, supersticiones, etc. del pueblo sometido. Bastantes problemas tenía él con los terroristas zelotes como para echarse más mierda encima. Hala, que naciese su Mesías Prometido y que a él le dejasen gobernar en paz, que con tal de no oír las quejas del Sanedrín se podía dar con un canto en los dientes. ¡Pues no eran bordes ni nada los sumos sacerdotes de los cojones!
José, María y el pequeñuelo fueron acogidos en la ley de protección de víctimas potenciales, por si al emir Joputo le daba por enviar más sicarios. Y esa es la razón por la cual no tenemos noticias de Jesús hasta llegado a su adolescencia, cuando aparece en el templo debatiendo con los doctores.
Pues ya lo saben ustedes, esta es la verdadera historia y no la que cuentan los evangelistas  ni la de J.J. Benitez ni la más reciente de Jesús Valdivieso.


2 comentarios:

  1. ¡JUAS JUAS JUAS JUAS!

    En cuanto me cargue al Joputa teutón lo publico. Ahora no me deja.

    ¡Un abrazo!

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  2. ¡OK!, acabo de ver que por fin lo ha publicado. ¡Gracias!

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