viernes, 1 de enero de 2016

El ex guardia y el sospechoso.

Para el concurso de relatos navideños de El Periódico del Prat.


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Herminio Tarrés, teniente jubilado de la Guardia Civil, dirige actualmente a los hombres de la empresa de seguridad privada "Guardianes" En sus tiempos en la Benemérita se distinguió por su "olfato" en localizar pisos francos de la ETA y un "radar" especial  para escuchar conversaciones en las calles y en las herriko tabernas, merced a las cuales se orientaba sobre movimientos próximos de la kale borroka o la posibilidad de que se estuviese fraguando algún atentado. No siempre llegaba a tiempo al lugar de la matanza, pero sí pudo evitar muchos descalabros. Su fuerza de voluntad en el aprendizaje del euskera, un idioma muy difícil, le sirvió de mucho. Y esta experiencia es un grado, sin duda, para su actual trabajo de jefe de "seguratas"
A la empresa "Guardianes" le han encargado la protección de El Corte Inglés de la calle Preciados de Madrid. Estamos en las Navidades de 2.015, cuando el miedo aún flota en el ambiente tras la masacre de París, perpetrada por el llamado Estado Islámico. Masacre en París y en otros muchos lugares, pero el impacto de la tragedia parisina, por sus dimensiones y proximidad geográfica, ha sido mayor entre los europeos.
Tarrés controla a sus hombres uno a uno, cuidando de que cada cual esté en su puesto y pidiéndoles novedades cada poco tiempo. Se llega a Noche Vieja sin problemas y comienzan las ventas fuertes de los juguetes de Reyes. Ya estamos en los prolegómenos de 2.016. El Papa Noel aún no ha desplazado a los de Oriente en éxitos de ventas. En España, naturalmente, porque en los países anglosajones sigue siendo el amo.
Al teniente Tarrés le da mala espina el "paje real", ese personaje que recoge las cartas de los niños y se los sienta sobre sus rodillas para la foto. Aquí el negocio de los grandes almacenes es la foto, por supuesto. Consulta con Higinio Tudela, el hombre encargado del personal extra, las promociones y las firmas de libros por parte de los autores.
- ¿Ese tío está muy bien caracterizado o es árabe?
- Argelino. ¡Joder, Tarrés, no me digas que le consideras sospechoso! ¡jajajajajaja!
Tarrés no se ríe, no le hace ni pizca de gracia que toman a chufla su trabajo. ¡Nadie hubiese osado reírse de él en sus tiempos de "picoleto" con mando en el País Vasco!
- Es mi trabajo sospechar, Higinio, y actuar rapidamente si es preciso. He visto que ese hombre abandona su puesto demasiadas veces. Ayer se formó una cola muy larga de niños y padres esperándole. ¿Es que no le exiges que cumpla con su horario?
- Tiene derecho por ley a interrumpir su trabajo para rezar. Es musulmán argelino. Ya sabes, esta gente reza cinco veces al día mirando a la Meca.
- ¡Coño, haber contratado a un cristiano, que somos muchísimos los que no rezamos!
Tarrés se enteró en dónde estaba el cuartito en donde el argelino se disfrazaba de paje real y rezaba a su dios. Los dos días siguientes entró en el vestuario del musulmán y curioseó en sus efectos personales. No encontró nada que sirviese para aumentar sus sospechas. Pidió antecedentes a la Policía Nacional y a la Europol y le informaron de que Ahmed Said era residente legal en España y no estaba fichado. Más aún: habia estado colocado en trabajos normales. 
Le observaba a su llegada al trabajo y cuando se iba. Mandó a un hombre a que le siguiese. Nada de nada. Pero el día 5 de Enero, el día de la Noche de Reyes, Tarrés observó un cambio en la rutina del sospechoso. En lugar de su pequeño bolso azul, un bolso que colgaba "en bandolera", llegó al trabajo con una bolsa de deportes roja y grande. ¡Noche de Reyes! Ese día la afluencia de consumistas iba a ser mucho mayor. La fecha ideal para atentar, y en la bolsa de deportes roja viajaba, sin duda, la bomba destinada a acabar con la vida de un buen número de personas, indistintamente moros y cristianos, pues Madrid también está lleno de musulmanes pacíficos. "¡Blanco y en botella, leche!", se dijo el incombustible Tarrés. "¡Voy a darte caza, pajarraco!"
El ex benemerito sigue al sospechoso hasta el vestuario y aprovecha el momento en el que este posa la bolsa de deportes en el suelo para abrir la puerta con llave, propinándole un fortísimo empujón que le aleja de la bolsa.
Y ahora elijan ustedes el final que más les guste.


Final 1.

Cuando el argelino intenta reaccionar, el ex guardia le propina tres puñetazos contundentes, dejándole fuera de combate. No tardan en llegar los artificieros encargados de desactivar el explosivo. Un robot transporta con muchísimo cuidado la bolsa hasta el exterior, una vez que la gran tienda ya ha sido desalojada, y en la fría calle de Enero se opera en consecuencia. Docenas o centenares de personas han salvado la vida gracias al celo profesional del teniente Tarrés.


Final 2.

Los desactivadores se encuentran con que la bolsa contiene ropa usada. Ahmed ha traído esta ropa para donarla en Cáritas a la salida del trabajo. El teniente Herminio Tarrés ha hecho el ridículo por primera vez en su larga carrera profesional. Empieza a plantearse la posibilidad de decir adios a "Guardianes" y buscar satisfacción en la malcrianza de sus nietecillos. "¡Pues sí, ya va siendo hora, coño!", se dice a sí mismo el gran héroe anónimo de Euskadi.


Final 3.

Ahmed Said no es tonto, se ha percatado de que el secreta le sigue. Es imposible esquivarle porque la planta baja de la gran tienda está atiborrada de clientes. No obstante, se abre paso como puede entre el personal. Y, detrás de él, mosqueado porque el terrorista le ha olido, le sigue a corta distancia el teniente Tarrés. Una señora está a punto de chocar de frente contra el individuo de rostro congestionado que avanza a trompicones, portando una bolsa grande de deportes y provocando el enfado de las personas con las que tropieza. Es Doña Teresa Coscojuela, una mujer con incapacidad auditiva, pero muy observadora e inteligente. Doña Teresa lee en los labios del individuo algunas palabras incoherentes que le suenan a árabe, pero rematadas con una frase en castellano: "¡madero, hijo de puta!" De dos segundos le sobra uno para hacerse cargo de la situación: El moro es, sin duda, un ladrón que ha robado la bolsa de deportes roja. No se lo piensa, extrae de su escote el pequeño spray antivioladores que le regaló su buen amigo el agente de seguridad Jesús Valdivieso y lo aplica contra los ojos del ratero. Ahmed profiere un alarido de dolor. El ex benemérito no ve lo que sucede, pues se lo tapan otras personas, pero cuando estas se apartan descubre que el moro ha soltado la bolsa de deportes y se hace con ella.
No tardan en llegar los artificieros encargados de desactivar el explosivo. Se ha evitado una tragedia de proporciones mayúsculas.
Doña Teresa Coscojuela recibe una medalla "al valor humano y solidaridad con las fuerzas del orden público" La putada es que no va acompañada de una compensación económica.




5 comentarios:

  1. ¡JA JA JA JA JA!

    Mañana lo publicaré, que acabo de poner el de Enri.

    Me vas a matar de risa, ¡juas juas!

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  2. Me alegro muchísimo de que se reía, ya lo sabe. Ojalá riamos todos mucho más. ¡Feliz fin de semana!

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  3. No tengo que decir que final me gusta, ya lo saben usted, buenas tardes escritores y lectores imparables.
    Aver si nos sorprende con una historia de amor,si puede ser sin sangre ni bombas ni destrozos,repito si puede ser,BESOS Y ABRAZOS PARA LOS DOS¡¡¡¡MUAK¡¡¡

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  4. Je je je... ya ve, señor contramaestre, Enriqueta le pide una historia de amor sin sangre ni víctimas. ¡Uy, qué dificil para usted! ¡Juas juas!

    Besos y abrazotes a ambos. (Y a los mirones, que se los de su abuela)

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  5. Seguro que escribiré muchos relatos como los que usted sugiere, Doña Enriqueta, ya lo verá. ¡No es tan dificil, Doña Leona!, ¡je,je! ¡Y a los mirones que les den mucho por el culo!

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