martes, 20 de mayo de 2014
Uno a uno y sin prisas ( 91 )
- Comencemos por el primer asesinato: Joaquín Ruiz, "Joaquinillo" Sabía usted que era un infeliz al que le querían mucho en el pueblo?
- A mi me negaron la felicidad en la infancia los racistas que hacian la vida imposible a mi familia, y esos sádicos que me violaron contribuyeron a aumentar mi infelicidad. El "infeliz" Joaquinillo, como usted le llama, fue el primero que me violó. Yo era una virgen de doce años, aunque aparentase ser una mujercita, y él tenía un pene descomunal y no se anduvo con contemplaciones. Imposible que usted como hombre, teniente, pueda imaginarse mi dolor en aquel momento, aparte de que ya estaba aterrada antes de empezar. Imposible olvidar aquella humillación, la mirada de loco del "infeliz" Joaquinillo y sus babas en mi cara...
- Fue Dámaso Sanfelices quien lo ideó todo, no?
- Sí, por supuesto, los cuatro eran unos vendidos, unos mierdas al servicio de aquel monstruo.
- Puede confirmarme que fue Nelsón Caldera el sicario que asesinó a Joaquín Ruiz?
- Sí, no me importa confirmarlo porque, a fin de cuentas, está muerto. Pero no pienso revelar los nombres de los demás aunque me torturen.
- Nadie va a torturarla, no se ponga melodramática.
- Caramba, es un consuelo!
El inspector pasó por alto la ironía. Modesto, García y Jiménez se removieron un poco en sus asientos. Aquella mujer combinaba monstruosidad, desenfado y "santidad" en un cóctel perfecto. Al abogado Bermúdez se le había puesto cara de haba desde que fuese apartado de sus funciones, aunque no dejaba de sorprenderle la capacidad de asesina de su "indefendible"
- Tengo una curiosidad, dígame: Iba a ser Rogelio Briales la primera victima?
- Je, je! Si, teniente. No cabe duda, tienen ustedes una bruja muy competente en ese pueblo. Y Nelson Caldera, como buen mexicano, era muy supersticioso. Pero Briales se mantuvo alerta, lo cual dificultaba su labor. Por lo cual dejé pasar unos días y decidí que matase primero al tonto de las babas, era un objetivo más fácil. Luego le ordené que regresase a su país.
- Ha dicho antes que Nelson Caldera se fue de la lengua. Explíquese.
- Tenía una novia desde hacía poco tiempo, la tonta esa que se hacía llamar "Tatiana Taylor" Gracias a la tonta descubrí que Nelson había hablado más de la cuenta en la cama, y la muy estúpida intentó chantajearme. Me pidió una fuerte suma o que intercediese ante los productores de Witch and Ghost para que le diesen un "gran papel" en la próxima película. Fíjese usted, una mujer sin talento pretendiendo hacer un "gran papel" en el cine. Me sentó fatal la actitud de esta descerebrada que podia echarme por tierra todo el plan, e igualmente me fastidió que Nelson Caldera se hubiese ido de la lengua. Temí que siguiese yéndose de la lengua con más gente. Sólo había una solución, aunque me costase más dinero, pero no soy tacaña, je, je!
- Eliminarlos a los dos.
- Bingo!
- Mis referencias apuntan a que Nelson Caldera, alias "Nicolás Maduro", murió durante el tiroteo por un ajuste de cuentas en Veracruz.
- Ya, pero fui yo quien le ajustó las cuentas.
- Les pidió a sus amigos mafiosos que organizasen el tiroteo sólo para matar a Nelson Caldera?
- Conozco a mucha "gente importante" que me debe favores. Organizar la "balasera" no fue difícil para ellos.
A Jiménez le vino a la memoria la novela El Padrino de Mario Puzo con su hipotética referencia a Frank Sinatra. Prosiguió el inspector:
- Y, por supuesto, no me va a dar nombres.
- Por supuesto.
- Y otros sicarios vinieron a matar a Angeles Gutiérrez-"Tatiana Taylor"...
- Sí. Como dicen ustedes, era mi "grano en el culo" Me hice la tonta y la convencí de que iba a tener su gran oportunidad en el cine. Fíjese, a la muy boba hasta le dio por llamarme "madrina" Una vez me dijo: "Me gustaría morir de viejecita y que mis cenizas fuesen arrojadas al Golfo de México, cerca de la costa de Veracruz" Pues ahí la tiene, convertida en un cadaver de jovencita mordisqueada por los peces en el Cantábrico. Ironías del destino.
- De un destino que usted provocó.
- Interprételo como quiera.
Madero se había dejado llevar por el carisma de esta mujer. En la primera parte del interrogatorio aún supuso que era una débil mujer ultrajada transformada en justiciera. Pero ahora volvía a verla como una individua sin entrañas. Renata Otolina se estaba recreando morbosamente en su hazaña.
Con una frialdad pasmosa y no exenta de ironías, abundó en los detalles de sus ejecuciones, pues estaba muy bien informada por los sicarios. El asesino de Rogelio Briales fue un "buen profesional que tuvo la "gentileza" de hacerle otro servicio por el mismo precio: machacar los huesos de Dámaso Sanfelices. Se iba a encargar también de Sebastian Arteta, pero el jefe gasolinero se le anticipó con su suicidio. Estaba aterrorizado desde la muerte de Joaquinillo y de Briales, y tras el terror cayó en una fuerte depresion. A la "tonta" la recomendó que comenzase a promocionarse y que una buena idea sería hacerse ver en el funeral del tendero. No contaba con que la iban a acompañar Karla Montellano y Soraya Montiel.
- Hay gente desesperada por chupar cámara, inspector.
- Y llegamos ya al asesinato de Nicolás Ventura. Aquí quiso usted ya poner su firma.
- Sí, sabía que un toxicómano tarde o temprano lo largaría, más bien temprano, en cuanto se viese otra vez sin dinero. Así que no me importó que me viese la cara. También fui yo la que deposité en el buzón de la comandancia el anónimo en el que anunciaba que ya había dejado de matar.
Jiménez reprimió una mirada a su teniente; recordó que este no se había esforzado en descubrir al "mensajero" del anónimo. Madero tragó saliva.
- La verdad es que no pensé que llegaría a recibir el homenaje de los ingleses en Manchester, estaba casi convencida de que me atraparían antes. Pero lo hicieron muy bien, tienen ustedes sentido del espectáculo.
"Los ingleses", pensó Jiménez.
Fue paseando hasta la plaza próxima a la dársena, en donde había dejado aparcado el coche. Necesitaba imperiosamente tomar el fresquete del Cantábrico, despejar un poco la cabeza, estirar las piernas... Su mente era un batiburrillo de imágenes: Renata, la mujer que admiraba y aborrecía a un tiempo; los cuerpos sin vida de los violadores de Valdurriales; la niña martirizada en un bosque de Lobodoiro; la amenaza permanente de Alfonso Paz; Encarnita... Celia!
Cuando fue a girar la llave de contacto del coche, sono el móvil: Celia!
- Cómo estás?
- Un poco cansado, pero se me pasará durmiendo ocho horas esta noche. Y tú?
- Deseando verte, te echó mucho de menos. Y Renata?
- Lo ha confesado todo, tal y como había anunciado.
Un conductor le preguntó por señas si iba a abandonar el aparcamiento.
- Tengo que mover el coche, perdona.
- Vale, te llamo dentro de un momento... para decirte lo de siempre: que te deseo!
Giró la llave de contacto y... una fortísima explosión reventó el coche y desparramó en docenas de metros a la redonda los trozos del cuerpo de quien había sido sólo un segundo antes el teniente de la Guardia Civil Maximino Madero. Por efecto de la onda explosiva, varios peatones volaron por los aires.
De uno de los portales próximos surgió un hombrecillo con una cámara fotográfica. "Casualmente" estaba allí, en el lugar de la noticia. Alfonso Paz fotografió sin ningún escrúpulo las partes del cuerpo de Madero que pudo localizar. Encontró su cabeza sobre el capó del coche cuyo conductor pretendió aparcar en el lugar que iba a dejar libre el policia. Este hombre quedó ciego por los critalillos de su parabrisas que se le incrustaron en los ojos.
Un estupendo reportaje para mayor gloria de un paparazzi infatigable!
( Mañana: Epílogo )
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