lunes, 12 de mayo de 2014

Uno a uno y sin prisas ( 86 )











Del campamento gitano al bar La Ponderosa había unos trescientos metros de estrecho sendero con ascenso y descenso a una loma, un senderuco que serpenteaba por un eucaliptal salvando un riachuelo por un tronco de árbol tumbado que hacía las veces de puente. El bar La Ponderosa estaba a la salida de Lobodoiro, dejando atrás las deficientes "viviendas para productores" de los "XXV Años de Paz", en la carretera de Valdurriales ( Aún faltaban muchos años para que fuese una realidad la autopista )
A La Ponderosa, un bar guarro que debía su nombre al éxito de la serie televisiva Bonanza ( En el rancho La Ponderosa vivían los protagonistas ) apenas acudían clientes durante el día, pero por la noche se juntaban todos los golfos de Lobodoiro, pues era el último establecimiento que cerraba, y también se dejaban caer por allí los de la ronda nocturna de la guardia civil, haciendo la vista gorda en lo tocante a la hora del cierre, pues así disponían de un establecimiento en donde resguardarse un buen rato del frío nocturno y en donde enterarse de las últimas novedades del golferío. Y su dueño, el cojo Benjamin, era un glorioso mutilado de los "nacionales", el perfecto soplón. ( Benjamin Paz tenía un hijo pequeño, nacido de una noche loca con la "tortillera" Vicenta - aún no se usaba el término "lesbiana" - cuyo nombre era "Alfonsito" Paz, el cual al cabo de los años se convertiría en un conflictivo periodista local )

Sanfelices y cuatro de sus incondicionales lameculos, "los de Valdurriales", salieron de La Ponderosa con una melopea de campeonato, gritando burradas, tropezando entre ellos, jugando a tocarse el culo como si fuesen "maricones" y meando al lado mismo del bar. Todos a una, que "picha española no mea sola" Apenas se tenían en pie, pero el fresquete de la noche les iría despejando poco a poco.
- Dejamos el coche aquí - avisó el cacique - no sea que nos peguemos un hostión, vale, tíos?
El era el unico conductor y propietario de varios coches y camiones, pues sus serviles seguidores eran muy jóvenes y muy pobres.
- Nos vamos por el atajo de la loma.
- Lo que usted diga, jefe! - dijo con lengua de trapo y haciendo un esperpéntico remedo de saludo militar el jovenzuelo Rogelio Briales.
El bocinazo de un camion les disuadió de cruzar la carretera en ese preciso instante. Minutos después, los cuatro cuerpos ebrios avanzaban a duras penas, dando traspiés, malcantando "Santander, qué bella es!" en dirección a la loma.

Era una de esas noches estrelladas en las que da gusto observar el cielo y respirar las fragancias del bosque. La bóveda celeste ofrecía una fascinante panorámica de La Vía Lactea. Siglos atrás, muchos caminantes santiagueros discurrieron por este mismo camino en dirección al lejano "campo de las estrellas", Compostela.
Aranka Kosztka, obedeciendo un mandado de sus padres, cogió la garrafa de tres litros e inició el camino que la conducía desde el campamento hasta el bar La Ponderosa, para que se la llenasen de agua. Se sentía contenta porque a la mañana siguiente iban a levantar el campamento. Tenía muchas ganas de abandonar este maldito pueblo en donde la maldita gente habia maltratado a sus mayores. Aranka era muy inteligente y sensible, no soportaba los desprecios. "Por qué los niños de los pueblos no quieren hablar conmigo?... Qué les he hecho yo?"
Le acompañaron por el caminejo de la loma el cantar de los grillos y algunas estrellas fugaces. ( Eso sería ella en el futuro, una estrella fugaz dentro de la fugacidad de una vida humana )
Se detuvo en seco al oír unas veces que se acercaban en dirección a ella. Su primera idea fue internarse en el eucaliptal y pasar desapercibida, pero luego se arrepintió, sus padres le habían dicho que no se demorase mucho. Siguió su camino hasta toparse con los borrachos e intentó escurrirse entre sus cuerpos pendulantes, cosa difícil por la estrechez del sendero. Terminó chocando contra uno de los hombres.
- Vaya, vaya, lo que tenemos aquí!... De dónde sales tú, princesa? - preguntó la voz alcohólica de Dámaso Sanfelices.
- Déjeme, señor, voy a por agua a La Ponderosa.
- Es la niña de los gitanos! - exclamó Nicolás Ventura.
- Niña?... Um... yo no veo tan niña. - dijo el cacique sin soltarla y acariciándole los cabellos con la otra mano. La niña intentó zafarse, pero él la agarró con más fuerza. - No te muevas!... No te muevas, cagüen la hostia, que estoy hablando contigo!... Cuántos años tienes?
- Doce, señor. Suélteme, por favor!
- Doce?, ja, ja, ja!... Tú te crees que en este pueblo nos chupamos el dedo?... Tú por lo menos tienes dieciseis, putilla gitana!

Al Joaquinillo le dio la risa. Al pobre "tontito" siempre le utilizaba el cacique cuando se prometía una noche de borrachera feliz con muchas risas. Era el más joven de aquella banda de degenerados. Aranka intentó soltarse otra vez, pero la mano del opresor atenazaba su brazo. La gitanilla le dio un mordisco en la mano con la idea de que así la soltaría, saldría corriendo y no podrían atraparla porque los borrachos son muy torpes para correr. Pero la reacción del monstruo fue fulminante, la dio un fortísimo tortazo que la hizo caer al suelo atontada. Por unos instantes se le borró la vista y no oyó nada. Recuperó la consciencia justo cuando el cacique decía: "Venga, Joaquinillo, enseñalé a la putilla gitana esa polla tuya tan larga. Seguro que no ha visto nada parecido porque los gitanos son unos pichacorta, ja, ja, ja!... El bondadoso Joaquinillo tuvo un detalle de humanidad en medio de su embriaguez:
- No es muy joven, Don Dámaso?
El hecho de que cuestionase su liderazgo uno de aquellos desarrapados que comían y bebían gracias a él, le sacó de sus casillas.
- Cagüen Dios, Joaquinillo, quiero que te la folles!... Venga, fóllatela ya!... O eres un maricón de mierda?!
- Yo me la follo, Don Dámaso! - intervino Nicolás Ventura, el más salido de todos, mientras se acercaba a la niña y le metía la mano najo las faldas.
- Por turnos, Nico, por turnos!, nos la vamos a follar todos. Pero primero que sea el Joaquinillo para que nos "abra el camino" con su super picha, ja, ja, ja!
El "tontito" era famoso por su bien dimensionado pene. La niña Aranka estaba aterrorizada, pero no hubo piedad para ella.

Sebastián Arteta fue el último de los cinco bárbaros que la penetraron. Conforme arremetía con su pene, la víctima abrió los ojos y le miró con un destello de rabia.
- Sois muy malos, lo pagareis.
Aquellas palabras y aquella mirada acompañarían al futuro gasolinero durante toda su vida. Una mujer hecha a sí misma, Renata Otolina, supo del trauma que embargaba a Sebastián y decidió aprovecharlo durante años enviándole mensajes atormentadores, hasta el punto de que no necesitó de la mano de un sicario para despacharle.

( Continuará )


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