martes, 11 de febrero de 2014
Uno a uno y sin prisas ( XXII )
( No publiqué el episodio de ayer por causas ajenas a mi voluntad y no ajenas al desastroso mundo de los cibers. Voy a intentar publicar ahora dos episodios para resarcirme, puesto que ya tengo redactados los diez siguientes )
"Terror en Valdurriales"
"Los vecinos de este pueblo están atemorizados"
"Ha caído una maldición sobre Valdurriales de las Monjas?"
Estos eran algunos de los titulares alarmistas de la prensa montañesa. Al misterioso asesinato de Joaquín Ruiz había que sumar ahora unos hechos vandálicos ocurridos en el pequeño cementerio del lugar. El panteón mortuorio de la familia Sanfelices Orbaneja apareció destrozado y los huesos de uno de los esqueletos esparcidos por el suelo y machacados. Pronto se supo que el esqueleto dañado era el de Dámaso Sanfelices Sarasola, negociante en vida, dueño de varias fábricas de conservas de pescado en Lobodoiro, heredadas de su padre: Dámaso Sanfelices Orbaneja, el "creador del imperio"
- Lo sé, cabo, lo sé, la gente esta alarmada porque nunca ha pasado nada en Valdurriales, pero un asesinato y la profanación de una tumba son cosas que están desgraciadamente al orden del día en muchos lugares de España.
Sin embargo había algo que le inquietaba especialmente al inspector Madero y que de momento prefería callárselo ante el cabo Modesto. Se lo comentaría al día siguiente a su subordinado Jiménez.
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Uno a uno sin prisas ( XXIII )
Desde la terrazita de un bar de Lobodoiro, disfrutando de una hermosa panorámica del puerto deportivo y refrescándose con la ligera brisa que les llegaba del Cantábrico, el teniente Madero y su subordinado el sargento Jiménez trataban de poner en orden sus ideas.
- Veamos, Jiménez, esto no es normal, será la primera vez que se profana un cementerio sin profanarlo. Me explico: No hay ningún detalle de que hayan hecho alguno de esos ritos satánicos o misas negras o como lo llamen; no hay restos de sangre de animales sacrificados; no hay pintadas con símbolos de ningún tipo... Joder, da la impresion de que ha sido una venganza entre vecinos que se odian o algo así. "Hala, pues a este cabronazo le rompo yo ahora el panteón!" Y lo curioso es que ya no vive nadie de esa familia por aquí, unos están en Madrid y otros en el extranjero: los hijos y las hijas de Dámaso Segundo, para entendernos, el del esqueleto que ha aparecido destrozado.
- Por qué se sabe que era el de este hombre?
- Los demás feretros no los habían tocado. El padre Bernardo y el cabo Modesto saben muy bien cual es el de cada cual, y además: Dámaso hijo era el más alto de todos.
- Joder, sonará a humor negro pero "iban a por él"
- Je, je!, mire por donde, le agradezco que me haga reír un poco, Jiménez.
( Continuará )
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Así a bote pronto, es dificil atar cabos, a saber si se trata de una sola persona o varias sin relación alguna. Eso sí, me temo que a Joaquinillo se lo cargaron por haber visto u oído algo, aunque el pobre infeliz ni se diera cuenta.
ResponderEliminarAbajo tiene un comentario, señor relator.
Se me ocurre ahora que usted siempre corre el peligro de no acertar en sus vaticinios, je, je! Me explico: como la novela no está escrita todavía, pues si usted acierta por dónde voy a ir, doy un giro y santas pascuas, ja! Pero no, no es el caso de ahora, me refiero a lo que dice sobre el motivo por el que asesinaron a Joaquinillo. De todas formas ya no voy a decir más, diga lo que usted diga. Solamente tengo en claro tres cosas: Quién mata, porqué mata y a quienes mata, lo demás necesito rellenarlo. Y no estoy revelando nada al decir que va a ver más muertos, de eso ya se habrá dado usted cuenta por el título del culebrón: "Uno a uno y sin prisas" Feliz viernes!
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