martes, 4 de febrero de 2014

Uno a uno y sin prisas ( XVIII )








Para hacer el retrato robot del sospechoso colaboraron más personas, no sólo Manolete. El individuo, de rasgos caribeños, se había alojado en un hotel de Lobodoiro con una identidad falsa, Juan Rosales Cruz, pero su verdadero nombre era Nelson Caldera Bollo, conocido por sus "recados" para el cártel de Matamoros. Aparte de ejercer como correo de la droga, también se sospechaba de él como sicario. Nelson volvió a cruzar la frontera de España, se supone que en dirección a su tierra, y la Interpol había cursado una orden de búsqueda y captura.
El hecho de que este delincuente "internacional" hubiese venido a España sólo para matar aun pobre infeliz del que probablemente no tenía ni remota idea de su existencia... antes de que alguien le pagase por ello, es lo que consumía las neuronas del inspector Madero. Claro que, cabía otra posibilidad: que el criminal estuviese centrado en otro cometido, que el Joaquinillo le sorprendiese y que este le liquidase para quitarse una molestia de encima, pero qué coño podría estar haciendo aquel cabrón en un pueblo como Valdurriales?

- Qué piensa usted, cabo?
- Estoy tan sorprendido como usted, mi teniente, pero... es posible que se cebe a dar cuchilladas a un pobre hombre un profesional que está acostumbrado a matar con rapidez?
- A los profesionales también les encargan torturar. Cabo, voy a volver a interrogar a los vecinos, a ver si recuerdan si alguna vez Joaquinillo les dijo algo que les sonó raro.
- Tenía dos hermanos que...
- Ya, ya, el trilero y el yonqui, los hemos interrogado ya, pero nada.

( Continuará )

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