lunes, 20 de enero de 2014

Uno a uno y sin prisas ( IX )





El teniente Madero, inspector de homicidios de la Guardia Civil, era un buen conocedor de su oficio, un sabueso de larga experiencia no exento de sentido del humor. En los buenos momentos, cuando no le aturrullaba ningún caso, solía decir que, teniendo su apellido, debería haber ingresado en la Policía Nacional y no en la Benemérita.
- Coño, si al menos me apellidase "Picoleto", je, je, je!
Los que le habían escuchado la gracia cien veces, forzaban una sonrisa de compromiso.
Y sus conversaciones favoritas solían girar en torno a las experiencias vividas junto al teniente Bevilacqua y la sargento Chamorro, reputados detectives con los que había colaborado en varias ocasiones, también pertenecientes al cuerpo de la Guardia Civil.
- Con ellos se aprende mucho, pero mucho!
El cabo Modesto, "un guardia de cuartelillo de pueblo" como él mismo se definía, escuchaba admirativamente a su superior.

- Mi teniente, va a interrogar usted a la señora que le he dicho?
- A la pitonisa?... Bueno, yo creo que es una pobre infeliz, lo mismo que el muerto. Otro gallo nos cantaría si la victima hubiese sido el tal... el tal...
Revisó sus notas. Le ayudó el cabo.
- Rogelio Briales.
- Ese, Rogelio Briales. Pero, de todas formas, la interrogaré. De momento no estamos en una situación que nos permita descartar sospechosos o testigos que nos puedan orientar hacia algún sospechoso.
- Por cierto, mi teniente, no sé si tendrá algo que ver con el caso, pero... pero Rogelio Briales está muy raro, ayer no saludó a varias personas que se cruzaron en su camino.

( Continuará )

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