viernes, 10 de enero de 2014
Uno a uno y sin prisas ( II )
La señora Grecia hacia mucho tiempo que no daba la nota, por lo menos quince años, desde que se le terminaron sus veleidades de pitonisa porque un día estuvieron a punto de darle una paliza los familiares de un anciano al que le atropelló un tractor. Doña Grecia se empeñó en decir que la tarde anterior había tenido una mala premonición y que le advirtió a Don Saturio, la victima, de que no cruzase la carretera porque la iba a matar un vehículo. A los familiares les dolió muchísimo que la bruja utilizase al difunto reciente para sus supercherías, y casi la linchan.
Tres lustros más tarde, la adivinadora volvía a la carga:
- Vamos a ver, Grecia, que tú ya eres mayorcita para estos juegos, ejem, - carraspeó Don Modesto, el cabo de la guardia civil del cuartelillo de Valdurriales de las Monjas - tú has venido a denunciar un asesinato que aún no se ha cometido. Joder, eso no se puede denunciar!
- Es que si vengo a contar que he tenido una vision futurista me llamais chiflada. Aquí solo se respetan las profecías de Nostradamus y de los mayas, y ni el uno ni los otros da pie con bola. Yo he visto que mañana muere un hombre asesinado en este pueblo, y lo que yo digo va a misa.
( Continúa )
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Diga que sí, doña Grecia. A ver si los mayas y el carcamal de Nostradamus van a ser más que usted, sólo por ser ya difuntos. Manda uebos! (Mandat opus! en latín, usado aún hoy día por los abogados y demás ralea, refiriéndose a que se trata de algo inapelable)
ResponderEliminarDoña Grecia sabe muy bien lo que se dice, pero es una incomprendida como todos los grandes profetas.
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