jueves, 12 de marzo de 2015
Perdidos en la jungla urbana
- Por favor, podría indicarme la calle Los Gorriones?
- Lo siento, no soy de aquí.
Volvió a intentarlo.
- Señora, es usted de aquí?
- Conozco algo porque vengo a ver a mi hermana. Dígame usted.
- Busco la calle Los Gorriones.
- Ah, pues no, no me suena, lo siento.
Siguió intentándolo en vano, temió que se le hiciese tarde para la entrevista. Casualmente no había por allí ningún taxista, barrendero o cartero, que son los que se saben bien en dónde están las calles y callejones. Y entonces oyó que alguien le chistaba, era un mendigo acurrucado bajo su manta y protegido del frío viento en la entrada de un portal.
- Mire usted, siga hasta la plazuela aquella en donde se ve un cartel rojo muy grande, lo ve?...
- Sí, sí.
- Pues siga la acera del cartel rojo y la segunda a la derecha es Los Gorriones. Casi nadie la conoce porque es una calle muy pequeña.
- Ah, pues muchísimas gracias, me ha salvado usted!
Y salió disparado, pues ya se le hacía tarde. El mendigo pensó: "Qué basura de tío, joder, podía haberme echado al menos un euro por el favor que le he hecho. "Me ha salvado usted"... pringado de mierda!
El hombre entró en la oficina de la empresa en donde estaba citado para la entrevista de trabajo. Una sonriente empleada le invitó a sentarse mientras intentaba comunicar con el gerente.
El hombre estaba tenso porque la situación no era para menos: su primera entrevista de trabajo en mucho tiempo. Pero la mente humana es muy caprichosa y el hombre se sorprendió a sí mismo pensando en algo ajeno al momento: "Le podia haber dado alguna moneda al mendigo, a fin de cuentas, gracias a él he llegado a tiempo"
Durante el resto de la mañana, fueron más los aspirantes a un puesto de trabajo que, al asomar por la boca del metro, sita esta a pocos metros del mendigo, preguntaban por la calle los Gorriones, pero el mendigo ya no informó a nadie más.
"Joder, yo no trabajo gratis!"
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