viernes, 15 de agosto de 2014
Tres casos del inspector Madero ( 49 )
El sospechoso número uno.
Charito accedió resignadamente a responder a todas las preguntas del detective. Su ex marido tenía un carácter violento, aunque a ella nunca la pegó. Se llamaba Cecilio Arroyo y trabajaba como taxista asalariado casi todo el año, el "casi" excluía la temporada estival, cuando se contrataba como banderillero de segunda fila en la cuadrilla de algún novillero o en las populares "charlotadas" ( espectáculos cómico-taurinos )
- Usted conoció a José Luis en Fantastic Media?
- No, yo fui quien le traje a la productora para que le diesen el trabajo. Le conocí un domingo que fui al Rastro con unas amigas. Entramos en un bar de Antón Martín en donde trabajaba él. José Luis me gustó y volví otro día. En esas fechas estaba ya muy distanciada de mi mi marido tras la última discusión, una discusión muy fuerte. Me enteré de que me engañaba con una aprendiza de torero de la Escuela de Tauromaquia de Madrid.
- Ajá, muy interesante. Tiene antecedentes penales su ex marido?
- Eh... cosas de joven, cometió algunos pequeños hurtos, pero más que nada para buscarse la vida, para poder pagarse los trenes o la comida cuando iba a las capeas o a alguna plaza de tercera categoría de las que ofrecen oportunidades. Después, cuando se fue dando cuenta de que no iba a triunfar jamás, se colocó como peón de la construcción, y más tarde como taxista. Pero en los veranos todavía le llaman para que actúe de subalterno en alguna novillada, pero muy poca cosa, no pasan de cinco o seis contratos por temporada, en pueblos de aquí cerca.
- Tiene su dirección, su teléfono...?
- Sí.
Bajó la mirada y volvió a llorar. Madero se congratuló de su buena suerte, pero... ah, no iba a ser tan sencillo!
( Continuará )
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¿No va a ser tan sencillo? ¡Lo suponía! usted nunca pone nada sencillo, ¡por Tutatis!
ResponderEliminar(Tome el ascensor para abajo)
Es relativo lo que dice, yo creo que si hago planteamientos sencillos, insisto: lo sencillo es el planteamiento, pero en el relleno se pueden meter cosas que ayudan a que el lector se despiste un poco.
ResponderEliminarCuando un asesino mata, lo hace fácilmente. Matar es fácil para quien tiene las tragaderas de hacerlo. Después se encarga de embarullarlo en beneficio del rompedero de cabezas policial y de espabilar el ingenio de los novelistas, je, je!
ResponderEliminarEstoy de acuerdo, el planteamiento es sencillo, ahora bien, lo dificil es embarullarlo y ahí el asesino ha tenido que planificarlo muy bien, con mucha sangre fría y sobretodo, inteligencia.
EliminarHace pocas semanas leí una novela cuyo final no me gustó. El asesino era un menor internado en un centro de ídem. El chaval -12 años-, hijo de madre alcohólica, quedó afectado de bebé porque su progenitora se iba y lo dejaba solo en casa, atado a la sillita durante horas y acabó sufriendo un ataque que casi la palma. Mató a la directora del centro pero los indicios no lo señalaban a él porque, por supuesto, allí habían líos de cojones entre el personal cuidador. Una de las cuidadoras le tenía mucho cariño y finalmente, aunque el chico murió atropellado accidentalmente en su huída, ella se declaró culpable. ¿? ¿Por qué, si estaba muerto? Y la poli va y se lo traga.
Odio estos finales.
Lee usted cosas más espantosas que yo, je, je!
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