viernes, 18 de julio de 2014
Tres casos del inspector Madero ( 34 )
Un cadaver difícil de entender.
El inspector Madero y su subordinado principal, el cabo Jiménez, repasaron durante unos minutos la revelación del señor Del Bosque. Opino el teniente:
- Este caso a priori parece más sencillo que el de José Luis, le ha podido matar alguien para saldar una deuda. En el caso de José Luis aún no contamos con la más minima sospecha sobre un posible móvil. Sin embargo, Joselín se enfrentaba a todo el mundo, así que el asesino puede ser cualquiera.
- Incluso el hombre del que nos ha hablado Del Bosque?
- Sí, tiene más papeletas a favor en esta rifa porque el forense ha hablado de que al asesino le costó degollarle, y el hombre del que nos ha hablado Del Bosque es un hombre supuestamente mayor, aunque hay hombres mayores que conservan sus fuerzas hasta los setenta o así, ojo con este dato!... Sin embargo, lo que me crea incertidumbre es el hecho de que ambos bajasen por una de esas intrincadas trochas en aquella noche de ventarrón, lo que usted señaló en su momento, Garcia. Y está descartado que el cadaver fuese trasladado hasta allí.
- Sí, no se han hallado signos de haber movido un bulto pesado entre los arbustos con espinas. No se encontraron marcas en el senderico ni en el cadáver, tan solo restos de tierra en los zapatos y alguna mancha muy superficial, apenas detectada. No olvide que lloviznó esa noche. Y tampoco me imagino a un hombre cargando con un cadáver hasta allí. Y para qué, coño, para qué?!... Lo normal es lo que yo le dije, lanzarlo sujeto a una piedra desde un acantilado.
- Da su permiso, mi teniente?
- Adelante, Estébanez, y vaya apeando ya lo de "da su permiso" porque mientras estemos con estos casos me va a bombardear quinientas veces con la frasecilla. Qué se le ofrece?
- Tengo ya las dos citas de Madrid para usted. El director sigue trabajando en la misma productora, Fantastic Media, y se reunirá con usted en una cafetería próxima a la productora el sábado por la mañana. Se llama Anselmo Cerrajero. Esa misma tarde y en el mismo establecimiento se verá con la secretaria, Charito Coscojuela. Es la cafetería "Dulcinea", en la calle Leganitos 100.
- Correcto, el sábado.
- Sí, aquí le he apuntado las horas.
Le pasó la reserva del vuelo en cuyo sobre aparecían anotadas las horas de las entrevistas y el nombre y dirección del hotel.
- Me da tiempo antes de partir para entrevistarme con los padres de Joselín. Muchas gracias, Telesforo. Señores mios, con todo lo profesionales y efectivos que somos, no se nos pueden resistir esos malditos asesinos. Hay que pillarlos como sea!... Estamos o no?!
Telesforo Estébanez se percató de que el teniente sólo le llamaba por su nombre de pila cuando estaba de buen humor. Se estaría choteando?
( Continuará )
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Una anécdota -real, por supuesto-, sobre ancianitos que parece que no se aguantan. Un día, a cierta abuelita pequeñita, en los huesos, frágil a más no poder, agarró por el cuello a una de sus nietas (la cual era -es- una víbora igualita a su mamá). Alarmada, intenté que la soltase. Completamente imposible, la anciana tenía una fuerza indescriptible, superior a la mía, y eso que entonces era yo joven y fuerte.
ResponderEliminarNo se me ocurrió otra cosa que agacharme y alzarme, interponiendo mi cuerpo entre ambas. Ni así, caímos las tres al suelo y sólo entonces la soltó.
Nunca hubiera imaginado semejante fuerza de una persona que parecía tan poquita cosa.
Voy para arriba.
La fuerza en muchos casos está en la cabeza. Una mente obcecada puede conseguir sacar fuerzas hasta de donde no las tiene. Recuerdo ahora una anécdota mia de la película "Tocando fondo" de José Luis Cuerda. Hago de un matón que en un momento dado intenta empujar con fuerza a Manuel Alexandre. Pues, joder, me sorprendió con su resistencia, no pude ni moverle un centimetro. Y era un anciano.
ResponderEliminarQué cosas. Manuel Alexandre era un estupendo actor, pero parece que esta vez no actuó bien al oponer resistencia si era un anciano.
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