lunes, 14 de julio de 2014
Tres casos del inspector Madero ( 30 )
Cipriano se enfada.
- Nos iremos cuando nosotros lo decidamos, Don Celestino. Ese cuchitril de ahí es la cocina?
- Sí, señor, para mi solo me sirve y me basta.
Madero le hizo una seña a Jiménez y este se dirigió al "cuchitril" para ver si entre los cuchillos se encontraba el que sirvió para cortarle el cuello a Joselín. En ese momento el perro hizo un amago de lanzarse contra el cabo.
- Quieto, Cipriano!... - Le gritó el dueño al furioso can, el cual se detuvo al instante, pero en el rostro de Jiménez quedó plasmado todo el acojono del momento. - Se ha creído que su compañero quería quitarle el plato de la comida que está ahí en el suelo.
- Ate al perro.
- No volverá a atacar, no se preocupe.
- Amarre a ese animal de una puta vez, cojones! - y mostró enfurecido el arma reglamentaria - o prefiere que le pegue un tiro?
- Sí, señor!, sí, señor!... - gritó el avaro, y murmuró algo entre dientes que no llegó a escuchar el inspector.
- Jiménez, coja todos los cuchillos que encuentre y nos los llevamos a que los examinen los de la científica.
- Sólo hay dos a la vista.
- Pues busque por los armarios, en donde sea, mueva las baldosas...
- Sólo tengo esos dos. - murmuró el avaro, pero Jiménez siguió buscando.
Era una acción un tanto fuera de lugar, pues el asesino se habría desprendido del cuchillo en algún lugar fuera de casa, pero estando la investigación tan verde había que apostar por cualquier cosa, y además aprovechaba para tomarle el pulso a aquel usurero guarro que le caía fatal.
No encontró más cuchillos Jiménez y salieron a la calle con la satisfacción de liberarse de la fétida atmósfera que envolvía al desagradable individuo y su horrible can.
Los de la científica les dijeron, tras los análisis de rigor, que el informe del forense hablaba de un cuchillo bien afilado, y aquellos dos no se habían afilado en años.
Si en el caso de Joselín no había progresos, en el de José Luis se encendió una lucecita de esperanza. La buena nueva la trajo el guardia de primera Estébanez.
- Da su permiso, mi teniente?
- Pase usted y desembuche, Telesforo.
Ya tengo el programa de television que buscábamos, mi teniente!
Telesforo Estébanez mostraba un semblante iluminado como si se acabase de enterar que había sido agraciado con el Gordo de Navidad. Pero Madero descartó esta hipótesis porque aún faltaban unos veinte días para el sorteo.
( Continuará )
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¡Buenas!
ResponderEliminarAyer tuve que tirar la toalla porque mi comentario de abajo no aparecía ni a tiros, oiga. Constaba que estaba, pero no se podía ver ni después de darme varios paseos. Ahora está -sin haberlo repetido, es el original) Pues bueno, a armarse de paciencia con este trasto.
Dos cuchillos roñosos, para no desentonar, claro, ya me hubiese extrañado otra cosa.
¡Al fin! Estébanez ha dado con el hilo para tirar del ovillo. Creo que ahora viene un poco de diversión, je je je...
¡Buen día!
Pues eso es lo que me paso a mi con la foto, o la maquinita falla mucho o alguien nos toca las narices, pero como entiendo poco de esto ( mejor dicho: nada ) pues no digo nada, je, je!
ResponderEliminarClaro que si, se van animando los dos casos, pero sin prisas, para que parezca un culebron de verdad, de eso se trata, no?, je, je!
No sabría decirle porque después de haberle cambiado la contraseña, se supone que debería haber mejorado. A no ser, claro, que también hayan llegado a tener acceso al correo y por tanto, haber visto la nueva.
EliminarPero no lo creo porque en mi blog también me pasa de vez en cuando y pienso que es cosa del robot de las narices que no da pie con bola, es realmente fastidioso.
Por supuesto, un culebrón es un culebrón, je je je... ¿Recuerda que la Mujer del Teclado llegó el verano pasado? ¡Un año ya, y todavía no hay visos del final! ¡Juas!
No hay prisas, je, je!...
EliminarSí, yo también creo que se trata del robot, Bueno, no es creer por saber, sino por intuición. Quien quiere hacerla la hace más gorda.