martes, 19 de noviembre de 2013

Agripino y la lámpara cochambrosa ( Tercer episodio )



Frotó la lámpara de nuevo, pero sin ningún resultado. "Nada, aquí no hay genio ni madre que lo parió. Va a ser que lo he soñado. Tengo que controlarme con el Don Simón a partir de ahora"
Pero no se controló, bebió y bebió, bebió muchísimo, "para combatir el frío callejero", pensó. Y cuando ya estaba más animadillo que Ortega Cano en un fiesta rociera, volvió a frotar la lámpara maravillosa. "No ha sido un sueño, ha sido todo muy real, tiene que aparecer de nuevo el genio"
Y apareció. Esta vez no se asustó Agripino. Y dijo el genio con su vos megafónica: "Oh, mi dueño y señor, pedirme lo que os plazca y sereis al momento complacido!"
- Cuántos deseos puedo pedirte, genio?
- Tres solamente y ya llevas uno.
- Ah, vale, pues quiero que me conviertas en un tío millonarísimo, un jeque árabe o algo así, con un yate muy grande, mujeres hermosísimas, lujo a todo trapo, je, je!, como un narco de primera división o un furtbolista del Barça o del Real Madrid.
- Tu deseo se va a cumplir ahora mismo, mi dueño y señor.
Y así sucedió. Tras un gran fogonazo, Agripino se vio trasladado a otra dimensión. Y se encontró de pronto en la cubierta de un yate de gran eslora en medio del mar de Arabia, vestido con una túnica lujosa y un turmante adornado con esmeraldas. Junto a él, varias mujeres guapísimas se esforzaban por complacerle. Una le hacía la manicura, otra le masajeaba los hombros y el cuello , una tercera interpretaba dulces baladas acompañándose de una cimitarra eléctrica, y las demás le servían zumos afrodisiacos o le sonreían pícaramente anunciándole proximos encuentros sexuales. Se dirigió a una de ellas.
- Cómo te llamas, chatilla?
- Ji, ji, ji!... Lo sabeis muy bien, mi señor, soy Safiyo Hamaliya, vuestra más humilde sierva.
- Y dime una cosa, Safiyo: Yo quién soy?, cómo me llamo?
- Ji, ji, ji!... Vos sois mi muy generoso y amadísimo señor Abdul Massud ben Habugo, emir de Alkahara y Terror de la Cristiandad.
- Terror de la Cristiandad?!... Hostias, qué fuerte!

Apareció un marinero con el rostro desencajado y, sin ningún protocolo, se dirigió al emir, osea a nuestro Agripino.
- Señor, señor... mirad hacia allí, hacia poniente!
- Un avión, y qué?
- Oh, señor, estamos perdidos, es un dron!
- Un qué?
- Un avión no tripulado, una bomba volante de los americanos!... y la gran putada es que tenemos la batería antiaerea en el taller!... Oh, señor, estamos condenados a morir.
La negra silueta del dron fue creciendo a medida que se aproximaba al super yate. Las mujeres chillaban espantadas. En el rostro de Agripino se dibujó una expresión de gilipollas con turbante. La destrucción del barco era inminente. Oh, ni el propio Alá iba a evitar la catástrofe!

( Sólo un milagro puede salvar a nuestro héroe y su nueva familiada. Sucederá el milagro o se irá todo a la mierda?!... No os perdais el próximo y emocionantísimo episodio! )


Fe de erratas:

"vos" por voz.
"turmante" por turbante.
Y posiblemente alguna más que no he detectado. Resulta que no me he acordado que este "sistema escachifollado" no permite corregir cuando ya has terminado, a no ser que deshagas todo lo escrito y empieces otra vez. Sigo luchando contra los elementos, je, je!

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